
Verónica Ruth Frías: ‘El arte no está en los museos, está en la calle y en nuestras luchas
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Desde la performance hasta el vídeo, Verónica Ruth Frías ha convertido el arte en una herramienta de cuestionamiento y transformación social. Su trabajo gira en torno a la identidad, la mujer en la historia del arte y la reivindicación del espacio femenino en la creación contemporánea. En esta entrevista, la artista nos habla de sus influencias, sus proyectos más icónicos y su visión de un arte que trasciende el museo para convertirse en acción y resistencia.
1. Verónica, naciste en Córdoba en 1978 y te graduaste en Bellas Artes por la Facultad de Santa Isabel de Hungría en Sevilla en 2003. ¿Qué te llevó a orientar tu carrera hacia el vídeo y la performance, dejando atrás la pintura?
Siempre sentí que la pintura me limitaba. Me daba herramientas para plasmar ideas, pero no para vivirlas, y yo necesitaba hacer del arte una experiencia, una acción que interpelara directamente al espectador y lo hiciera partícipe. La performance y el vídeo me permitieron eso: poner el cuerpo, el tiempo y la emoción en el centro del discurso.
2. Tu obra se caracteriza por el uso del disfraz, el maquillaje y el camuflaje para adquirir diferentes identidades. ¿Cómo surgió esta forma de expresión en tu trabajo artístico?
Surge de una necesidad vital de cuestionar la identidad impuesta, de jugar con la idea de ser otra y de evidenciar que lo que somos no es más que una construcción social. El disfraz me permite hablar de lo femenino, de la historia del arte y del rol que nos ha sido asignado a las mujeres, desvelando las trampas del sistema desde dentro.
3. El humor y la ironía son elementos fundamentales en tus creaciones, aunque abordas temas muy serios como la construcción de lo femenino y la violencia contra las mujeres. ¿Cómo equilibras estos aspectos en tus obras?
El humor es un arma poderosa. Nos permite hablar de lo doloroso sin que el mensaje se haga insoportable. Nos da la capacidad de señalar lo absurdo de la opresión y desmontarla desde dentro. Mi trabajo se mueve en ese filo entre la risa y la incomodidad, entre la ternura y la rabia.
4. En “Quiero ser Angelina ¡Jolín!” (2005), utilizas tu propio autorretrato intervenido para criticar los cánones de belleza femeninos. ¿Qué te inspiró para crear esta obra y qué mensaje buscabas transmitir?
En aquel momento, el bombardeo mediático sobre la belleza era asfixiante (y lo sigue siendo). Angelina Jolie representaba ese ideal inalcanzable que la sociedad nos impone. Quise jugar con esa idea desde la parodia, deformando mi rostro y ridiculizando ese deseo impuesto de alcanzar una perfección que no existe.
5. En “Disfrazando el arte” (2006), te paseas por zonas rurales de Andalucía caracterizada como artistas icónicos. ¿Qué buscabas explorar con esta performance y cómo fue la reacción del público?
Quería poner en evidencia cómo las mujeres hemos sido borradas de la historia del arte. Me apropié de la imagen de grandes artistas masculinos para ver cómo reaccionaba la gente. La sorpresa y la confusión fueron maravillosas. En el fondo, estaba señalando la pregunta que nadie hacía: ¿dónde están las mujeres artistas?
6. La maternidad es un tema recurrente en tu trabajo, como en la serie “Súper M”. ¿Cómo ha influido tu experiencia personal en la creación de estas obras?
Ser madre me cambió por completo. La maternidad es un tema invisibilizado en el arte contemporáneo. Nos han hecho creer que ser artista y ser madre son caminos opuestos, y yo quise romper con eso. “Súper M” es mi forma de reivindicar que la maternidad también puede ser un acto político y artístico.
7. Has reimaginado obras clásicas desde una perspectiva feminista, como en “La Última Cena”. ¿Qué te llevó a reinterpretar esta obra y qué mensaje deseas transmitir con ella?
La historia del arte está llena de imágenes donde las mujeres solo aparecen como musas, santas o pecadoras. En “La Última Cena” cambié las reglas del juego: puse a mujeres en el centro, dándoles voz y presencia. Quise hablar de la sororidad, de la creación colectiva y del espacio que nos pertenece.
8. Tu trabajo aborda la discriminación de las mujeres en la historia del arte. ¿Cómo percibes la evolución de la representación femenina en el arte contemporáneo?
Estamos en un momento de cambio, pero aún queda mucho por hacer. Sigue habiendo pocas mujeres en colecciones, en ferias, en grandes retrospectivas. Se nos reconoce, sí, pero todavía estamos luchando para ocupar un espacio que nos pertenece desde siempre.
9. En tus performances, involucras al público y a otras mujeres, como en “Mira que si te quise” (2015). ¿Qué importancia tiene la participación colectiva en tu obra?
El arte no puede quedarse en un monólogo. Necesita ser colectivo, crear comunidad. En mis obras, la presencia del público o de otras mujeres no es casual, es la esencia de la pieza. Juntas somos más fuertes, juntas creamos nuevos significados.
10. El proyecto “PINK POWER” en ARCO 2018 fue una declaración de empoderamiento femenino. ¿Cómo surgió esta iniciativa y qué impacto crees que tuvo en el público?
Surgió de la necesidad de hacer visible lo invisible. En ARCO, rodeada de una estructura dominada por hombres, quise llevar un ejército de mujeres con mensajes poderosos. Fue una declaración de resistencia y una forma de reclamar nuestro lugar en el arte.
11. ¿En qué otros proyectos o exposiciones estás trabajando actualmente?
Estoy desarrollando “La Veda”, un proyecto que habla de identidad, transformación y aceptación. Se estructura en distintas fases, desde la lucha interna entre el “yo” y el “otro yo”, hasta el encuentro con la otredad y la integración en un todo colectivo. Es un trabajo performativo que mezcla danza, acción en vivo y simbolismo visual para hablar de cómo habitamos el mundo, de la necesidad de entendernos más allá de los estereotipos y de la posibilidad de una convivencia real.
12. ¿Tienes planes de explorar nuevos medios o temáticas en tus futuras creaciones?
Sí, en estos momentos estoy enfocada en llevar la performance hacia un formato más escénico, investigando cómo se puede fusionar con la danza, el teatro y la música. Quiero que la acción en vivo tenga una dramaturgia más desarrollada, que dialogue con el cuerpo de una manera distinta. Busco crear experiencias donde la performance se expanda más allá de lo efímero y genere una conexión más profunda con el espectador.
13. Después de años de trayectoria, ¿qué obra o proyecto consideras más significativo en tu carrera y por qué́?
Difícil elegir, pero “PINK POWER” y “La Última Cena” son de las piezas que más han resonado. Porque no son solo obras, son actos de resistencia.
14. ¿Qué consejo le darías a las jóvenes artistas que buscan abrirse camino en el mundo del arte contemporáneo?
Si no nos dan espacio, lo tomamos. No esperemos a que nos inviten a la mesa, construyamos la nuestra. El arte necesita más voces femeninas, más cuerpos diversos, más miradas que rompan con lo establecido. Busquen alianzas, trabajen juntas y nunca dejen que les digan que no se puede.
15. Si pudieras resumir tu filosofía artística en una frase, ¿cuál sería?
“Si no nos dan espacio, lo tomamos.”
16. Para finalizar, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a los lectores de la sección cultural de PYMES Magazine?
Que el arte no está́ en los museos, está en la calle, en nuestros cuerpos, en nuestras luchas. Y que miren más allá de lo establecido, porque ahí es donde empieza el cambio.