La provincia se convierte en el corazón de la romería con casi el 40 % de las hermandades filiales, impulsando tanto el sentimiento como la actividad empresarial.
Una provincia que camina unida por fe y tradición
Cuando mayo asoma, Sevilla comienza a latir de forma distinta. Las calles se llenan de romero, las ventanas se abren al alba y los tamboriles despiertan a barrios enteros. La provincia se transforma para vivir el Rocío, una devoción compartida por 49 hermandades filiales que parten hacia la aldea almonteña en un viaje de fe, identidad y comunidad.
Desde Villamanrique de la Condesa hasta El Cuervo, la historia se repite cada primavera: hombres, mujeres, niños y mayores recorren caminos centenarios para encontrarse con la Virgen. Pero el Rocío en Sevilla no es solo espiritualidad, es también una fuente de dinamismo económico y social.
Economía rociera: impulso para pymes locales
El impacto económico del Rocío en Sevilla supera los 250 millones de euros. Pueblos enteros viven de esta tradición que activa sectores como la moda flamenca, la alimentación, la logística o la artesanía. Solo en diseño de trajes y complementos se generan más de 40 millones de euros cada temporada.
Empresas locales se benefician directamente de esta devoción: alquiler de carretas, veterinaria para bueyes y caballos, servicios de transporte, catering, imprenta, música o ambientación. En localidades como Gines, San Juan de Aznalfarache o Tomares, muchas pymes hacen su agosto en plena primavera.
Cada hermandad, una empresa emocional
Detrás de cada hermandad hay una estructura organizativa compleja, casi empresarial. Se gestionan presupuestos, se contratan servicios, se generan empleos. Bordadoras, guarnicioneros, transportistas, fotógrafos o guías turísticos encuentran en el Rocío una fuente estable de ingresos.
Además, el impacto en los comercios de barrio es notable: panaderías, carnicerías, tiendas de alimentación y bazares incrementan sus ventas durante las semanas previas a la salida. La hostelería y los alojamientos rurales también se benefician del tránsito de miles de peregrinos y visitantes.
Más que una romería: una vivencia colectiva
Pero más allá de cifras, el Rocío es una experiencia transformadora. Es memoria compartida, promesas cumplidas, oraciones entre lágrimas. Es el abrazo de una generación a otra, la emoción de ver salir el Simpecado, el olor a cera y jara, la música convertida en rezo.
Y cuando todo termina, ya se sueña con volver. Porque en Sevilla, el Rocío nunca se acaba. Se vive en presente continuo. Es la expresión más pura de una provincia que, cada año, camina unida hacia su fe.
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