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Tu negocio no es un plan de pensiones

Pablo Lora
Responsable de Banco Mediolanum en la Zona Sur

Para muchos empresarios y autónomos, el futuro financiero suele estar ligado a su actividad profesional. Se convencen de que su negocio será su plan de pensiones: confían en venderlo, traspasarlo o simplemente vivir de los ingresos que genere en un futuro. Sin embargo, esa confianza puede resultar frágil si no se complementa con una estrategia de inversión enfocada en la jubilación.

Pongamos sobre la mesa algunos ejemplos reales de esa fragilidad. Durante mucho tiempo, taxistas o comerciantes creyeron que el patrimonio de su actividad (la licencia, el local, la clientela) era el mejor respaldo para los años venideros. Hoy, la aparición de nuevos competidores y modelos de negocio —Vehículos de Transporte con Conductor (VTC) y comercio online— impacta directamente en el valor de estos activos.

Otros casos son los de quienes creen erróneamente que la pensión pública será suficiente para cubrir su nivel de vida. Pero la realidad contrasta con esas expectativas: en junio, la pensión media de jubilación del Régimen General alcanzó los 1.665,5 euros al mes y la del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) se situó en 1.008,8 euros, según la Seguridad Social. Esto puede traducirse en una pérdida significativa de poder adquisitivo si no se cuenta con una fuente de ingresos complementaria. Hay quienes, tras una vida entera trabajando, se ven obligados a vender su vivienda para hacer frente a sus gastos o a depender económicamente de sus hijos. Otros se ven abocados a retrasar su jubilación.

Estas situaciones refuerzan la idea de que necesitamos una estrategia ad hoc, o al menos complementaria, para preparar adecuadamente el retiro laboral, una etapa cada vez más longeva. Los avances sanitarios y el mejor cuidado de la salud están aumentando la esperanza de vida, un tiempo ganado que lleva a vivir hasta tres décadas tras la jubilación. Años en los que transitaremos por dos fases: la de ocio y entretenimiento y la de mayor asistencia sanitaria.

Esa preparación consiste en diseñar una planificación financiera a largo plazo, adaptada a la edad, al perfil de riesgo y a los objetivos personales y familiares. En las primeras etapas profesionales se pueden asumir mayores niveles de riesgo con herramientas en las que el tiempo juega a nuestro favor. A medida que nos acercamos al final de la vida laboral, la estrategia debe dirigirse hacia activos más seguros y líquidos, aunque ello implique sacrificar algo de rentabilidad.

En definitiva, construir un patrimonio financiero para la jubilación es una garantía, y diría también una necesidad, para obtener la tranquilidad y libertad para disfrutar del mañana sin depender exclusivamente de la marcha del negocio.

Jaime Garcia

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