Ingerir caracoles tiene un número considerable de ventajas ya que son en la actualidad uno de los alimentos más poco calóricos y saludables. Tienen una carne muy pobre en grasas, que aporta de 60 a 80 kilocalorías por 100 gramos, rica en proteínas de alto valor biológico y en minerales como magnesio, potasio, sodio, calcio y hierro, de fácil digestión y baja en colesterol.
Y en cuanto a su preparación para cocinarlos, sí hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones como son la limpieza meticulosa para evitar residuos de tierra, babas o restos de conchas. Así, lavarlos bajo el grifo de agua fría sería el primer paso para luego eliminar las babas bien con sal, limón o vinagre en agua caliente. Hay que ir eliminando el agua y enjuagando una y otra vez hasta que el resultado sea el agua limpia.
La siguiente fase sería la cocción, que debe ser de alrededor de 30 minutos con especias preparadas de caracoles, hinojo, hierbabuena y sal. Si posteriormente se desea comerlos en alguna salsa en concreto, se pasaría a preparar la salsa.
De éstas, las más comunes es la salsa de tomate donde se incluye un refrito de pimento, ajo y cebolla y se salpimenta o bien la salsa de almendras, donde al majado tradicional de almendras, ajo y pan frito, se añade una base de cebolla frita aromatizada al gusto con comino, guindilla, pimienta negra y laurel… y de una manera u otra, son un manjar sabroso que degustar.