La mascarilla se ha convertido en un complemento diario en nuestras vidas. Y pese a que nos hayamos podido acostumbrar a ella, en ocasiones, puede producir reacciones muy molestas. No solo la piel se ve afectada, las orejas también pueden verse afligidas por su uso, especialmente si la usamos durante largas jornadas. El uso constante de las mascarillas ha provocado que personas ingeniosas compartan sus “soluciones” para tratar que molesten lo menos posible. Desde usar una diadema como soporte para enganchar la mascarilla (evitando así que sean las orejas las que la aguante) hasta usar gomas del pelo o clips para unir cada punto de las gomas de la mascarilla.
Nosotros nos ceñiremos a unos sencillos pero útiles consejos. En primer lugar, es fundamental escoger una mascarilla homologada que se ajuste bien a la cara. Si aprieta demasiado o si se cae no es apta porque terminará por provocar rozaduras o se caerá y perderá su efectividad. Asimismo, te recomendamos que tengas la cara y la zona de las orejas hidratada para reducir las rozaduras que puedan provocar. Por último, puedes utilizar unas hebillas extensibles para unir la mascarilla de un lado a otro y evitar así el apoyo en las orejas.