Cómo ser tu propio jefe y no morir en el intento

“Si solo pensamos en nuestro trabajo y no somos felices fuera de él, no podremos serlo en él”

A casi nadie le gusta que le manden, que le ordenen. Por eso, normalmente, el papel de un jefe, de una persona superior suele conllevar un carácter peyorativo. ¿Pero qué ocurre cuando eres tu propio jefe? Hoy queremos profundizar en este tema que, os adelantamos, no es nada sencillo. 

En primer lugar; para ser un buen jefe, debes ser una persona justa y comprometida. Esta primera regla puede parecer sencilla cuando tienes personas a tu cargo, pero cambia mucho cuando tienes que ser justo y honesto contigo mismo. A veces, tendemos a infravalorar el trabajo que hacemos, no nos parecen suficientes las horas que le dedicamos a nuestro trabajo y muchas veces somos tan exigentes que tiramos por tierra todo nuestro trabajo si las cosas no salen como esperábamos. Es muy importante ser también imparcial con uno mismo. Está bien ser consciente de nuestros errores, es muy importante, pero no podemos anclarnos solo en lo malo. 

Precisamente, la responsabilidad de gestionar tu propia empresa te podrá generar mucho estrés, por eso es fundamental aprender a desconectar. En la vida no todo es trabajo. Es básico para que nuestro negocio funcione aprender a disfrutar de nuestro tiempo libre. Pasar tiempo con la familia, con los amigos, realizar deporte, dedicarle tiempo a nuestras aficiones… No podemos olvidarnos de este punto. Si solo pensamos en nuestro trabajo y no somos felices fuera de él, no podremos serlo en él. Es cierto que al ser el responsable de la empresa dedicarás más tiempo que cualquier empleado, pero debes ser consciente de que esta es una de las desventajas de ser empresario. Es muy complicado que tengas un horario idílico y que será muy sacrificado, pero dentro de lo que cabe tienes que aprender a descansar tanto en vacaciones y fechas señaladas, como en el día a día. Nadie puede trabajar 24 horas cada día. 

Aprender a delegar es otra tarea de vital importancia para ser tu propio jefe. Debemos buscar personas en las que confiar y delegar parte de nuestras tareas. Es fundamental coordinar el trabajo, repartirse funciones y confiar en la otra persona. Además, saber diferenciar en los varios aspectos que puede necesitar tu empresa es algo necesario. Por ejemplo, al no ser que sea tu especialidad, no deberías encargarte solo de las finanzas. Te ayudará a descargarte trabajo y a respirar mejor contar con una persona experta en la materia que te ayude a gestionar la economía de tu empresa. Lo mismo ocurre con la comunicación. Debes contar con un experto que te ayude a mostrar lo mejor de tu empresa, de esta manera seguro que notarás cómo el negocio mejora. Así con todos los departamentos que tu negocio pueda necesitar según sus características. 

Mantener una rutina hará que tanto tu vida personal como laboral también mejoren. Habrá reuniones o imprevistos que no podrás controlar, pero debes luchar por mantener un horario relativamente fijo y debes hacérselo ver tanto a tus empleados, clientes y proveedores. Deja ver que tú también tienes un horario y una vida fuera de la jornada laboral. Esta es, posiblemente, uno de los retos más difíciles de llevar a cabo, por ello debes luchar y esforzarte para lograrlo. De lo contrario estarás constantemente pegado al teléfono y al ordenador. Y eso solo te provocará frustración. Poner límites no es algo negativo, al contrario: le haces ver al resto que valoras tu trabajo. Pero eso sí, debes aplicarlo también con el resto de personas. Nadie trabaja 24 horas diarias, por tanto, no se puede esperar que nuestros empleados o proveedores estén constantemente predispuestos a nuestras necesidades. 

En definitiva, ser jefe y, en este caso, ser tu propio jefe no es tarea sencilla. Te encontrarás muchos obstáculos y problemas durante el camino, para afrontarlos te recomendamos tener un buen equipo a tu alrededor que sepa aconsejarte, guiarte y apoyarte en tomar decisiones que te hagan bien a ti y a tu empresa. Nunca te olvides que, ante todo, somos personas y no máquinas, por ello tanto tus empleados, proveedores como tú tendréis días mejores y días peores. No te estanques en los malos, aprende de ellos. 

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