¿Qué son estas manchas?, ¿por qué aparecen?, ¿pueden eliminarse?, ¿podemos evitarlas? Una mancha (o mácula, en terminología médica) es simplemente un cambio de coloración en la piel. Las manchas faciales suelen ser marrones o parduzcas, se producen por un aumento en el depósito de melanina en la piel y la mayoría son benignas. Se deben a un exceso de radiación ultravioleta al haber tomado mucho sol o a causa de la edad. En ocasiones, influyen en su desarrollo determinados aspectos genéticos, alteraciones hormonales o ingesta de fármacos.
Los lentigos y el melasma son los dos tipos de manchas más frecuentes. Los lentigos son máculas marrones redondeadas que aparecen en cara, escote y dorso de manos. El melasma o cloasma es una hiperpigmentación difusa en pómulos, frente y zona del bigote, originada por la alteración hormonal del embarazo o bien durante el tratamiento con anticonceptivos orales.
El pilar fundamental del tratamiento es la fotoprotección estricta, con un factor 50+ que incluya protección frente a radiación UVA. Para conseguir una adecuada fotoprotección en la cara tenemos que usar la cantidad de fotoprotector equivalente a una cuchara de café y repetir su aplicación cada 2h.
Para tratarlas utilizaremos por las noches cremas despigmentantes/exfoliantes a base de hidroquinona (no usar en verano), ácido kójico, ácido azelaico, ácido retinoico, ácido glicólico, etc… y cremas con vitamina C por las mañanas; el ácido tranexámico oral se utiliza con éxito en el melasma. Más rápidos y eficaces son los peelings químicos con ácidos a elevadas concentraciones y los tratamientos con láser o luz pulsada intensa (IPL), que deben realizarse en clínicas dermatológicas o estéticas con experiencia.
Recordad, sea cual sea el tratamiento elegido, si falla la fotoprotección, ningún tratamiento tendrá éxito a medio-largo plazo.