No todo dolor tiene por qué ser malo, siempre que haya una cierta dolencia post-entreno de forma controlada en nuestros grupos musculares previamente trabajados.
Sabemos que el dolor es una respuesta de nuestro sistema nervioso ante un estímulo adverso o desconocido que se está produciendo en nuestro organismo. Estamos acostumbrados a entrenar y en muchas ocasiones mencionar aquella frase de “ este ejercicio no me duele y no siento nada”. Entrenamos para crear un “daño” a nivel muscular y crear una adaptación, pero no debemos entrenar buscando ese tan ansiado dolor que, si no se da, “no tiene efecto alguno”. Entrenamos para producir cambios a niveles fisiológicos que luego serán a niveles físicos y posteriormente, visuales.