Desde su nacimiento ha estado involucrado en un proceso constante de formación de hábitos, rompiéndolos y formando otros nuevos hasta tal punto que el 95% de lo que haces cada día se hace por hábito. Los hábitos incluyen actitudes y patrones dominantes de pensamiento y acciones. La formación de hábitos es una forma constructiva de enfrentar los desafíos de la vida. En cambio, su cerebro “almacena” para uso futuro todos los datos de esa primera decisión acertada. Eso, en términos simples, es el proceso de formación de hábitos, una forma constructiva y mentalmente económica de hacer frente a las actividades rutinarias.
Si al enfrentarse a una nueva situación hace una mala elección o una mala decisión, que produce un resultado insatisfactorio, mentalmente rechaza esa elección y toma una diferente cada vez que se repite la situación hasta que encuentra una elección aceptable. Una vez que ha encontrado una respuesta satisfactoria, la adopta como estándar para el futuro: un nuevo hábito. Los malos hábitos se introducen sigilosamente sólo cuando no se reconocen como malos. Por ejemplo, alguien que habla demasiado y escucha muy poco puede haber adquirido ese hábito para ganar notoriedad y prestigio al tener siempre algo “interesante” que decir. El hábito parece bueno porque nos genera satisfacción.
Recuerde que los hábitos incluyen tanto actitudes como acciones. Una actitud es un hábito de reaccionar de cierta manera cada vez que te encuentras en la misma situación. Es especialmente importante el liderazgo personal para formar actitudes de éxito. Tales actitudes de confianza en uno mismo, respeto propio, entusiasmo y determinación son meramente tipos especiales de hábitos. Son hábitos mentales y emocionales a diferencia de los hábitos de acción. Y tales hábitos internos controlan tu comportamiento.
Las actitudes, por ser hábitos de pensamiento, se forman del mismo modo que los hábitos de acción. Encuentras un patrón de pensamiento que te da placer o satisfacción, lo repites y se vuelve habitual. Las actitudes negativas comienzan cuando las personas intentan protegerse del fracaso o del miedo al fracaso diciéndose a sí mismas: “No puedo”. La tragedia es que la satisfacción obtenida de esta manera es insignificante comparada con la euforia del logro que se podría haber experimentado al creer que “yo puedo”.
Cualquier cambio de actitud debe provenir de la comprensión y la aceptación internas. La percepción siempre precede al cambio. Los cambios de actitud que siguen a la percepción interior de uno mismo se convierten en cambios permanentes; cualquier otro suele ser temporal. Una actitud formada por la aceptación ciega de la influencia de otro está sujeta a cambios rápidos; pero las actitudes basadas en la perspicacia, el compromiso y la creencia, y respaldadas por un curso de acción cuidadosamente planeado, ganan permanencia. De ello se deduce naturalmente que su eficacia para hacer cambios de actitud depende principalmente de la medida de su comprensión de las razones por las que tales cambios son deseables. A medida que adquiere conocimientos, desarrolla un liderazgo personal. Su planificación de objetivos personales es la mejor herramienta posible para obtener esa perspectiva.
Otro factor en la voluntad de cambiar es su actitud hacia el cambio mismo. Si te resistes constantemente al cambio, vivirás una vida aburrida y monótona. Pero cuando aceptas el cambio, encuentras la alegría de vivir y la emoción de nuevas experiencias, nuevos desafíos y nuevas dimensiones. Capture el espíritu del entusiasmo y reconozca la “emoción de la persecución” como una recompensa de la búsqueda de objetivos personales y profesionales.
Cómo lidiar con los desmotivadores
Naciste para liderar, pero en el proceso de adaptarte a las complejidades del mundo, a veces estás tan ocupado con satisfacer las necesidades básicas que puedes pensar dedicar poco tiempo o atención a la realización personal y al desarrollo del liderazgo personal. Los hábitos desarrollados en este contexto se convierten en desmotivadores. La mayoría de los desmotivadores se pueden agrupar como miedos, preocupaciones y dudas. Estos desmotivadores solo pueden controlar a aquellos que carecen de confianza en sí mismos. Construya su confianza en sí mismo, y los desmotivadores desaparecerán. Al Construir una consistente actitud de confianza en sí mismo hace que el miedo desaparezca. Entonces es cuando vives una vida gratificante llena de auto realización, logro y éxito. Un programa de metas personales, como el que trabajamos en los programas de LMI, es el enfoque más positivo que puede hacer para romper con los hábitos desmotivadores y desarrollar un fuerte sentido de liderazgo personal.