“La felicidad es un valor cada vez más preciado en las organizaciones enfocadas al alto rendimiento” – Ignacio Campoy

El término productividad se ha venido utilizando frecuentemente para evaluar el rendimiento de un profesional en su entorno laboral. Medir lo que se produce como una referencia objetiva del “buen o mal hacer” es, cuanto menos, algo inexacto, porque no tiene en cuenta un concepto clave como es el de la motivación para ello. Considerar al profesional como si fuera simplemente una máquina ejecutora se ha demostrado con creces que es un error. Esa antigua concepción del “te pago y tú produces” hoy ha quedado invalidada.

Como dice el experto en Liderazgo, Ignacio Campoy, ¿habrá algo más conectado con el rendimiento que encontrarle sentido al esfuerzo invertido? En esta entrevista, Campoy profundiza sobre el sentido que le damos hoy a la productividad en las empresas y ofrece su visión sobre la relación que hay entre bienestar y rendimiento.

La productividad es una medición, ¿Qué es lo que mide exactamente?

Efectivamente, la productividad en sentido estricto nos permite saber lo que produce un profesional de una empresa en una hora, un día, una semana, un mes, un año. Es algo que se aplica y se utiliza en el caso de la medición de rendimiento comercial, por ejemplo. Pero más allá de esta definición, sí es importante tener en cuenta que la salud y el bienestar aumentan dicha productividad. Hay estudios que indican que un profesional con buena salud, que se siente a gusto en su empresa, es un 88% más productivo.

Tenemos que tener en cuenta que un profesional feliz está enfocado a la productividad, está totalmente comprometido, incluso se encuentra en un estado de Flow (pierde la noción del tiempo en el trabajo), disfruta con lo que hace, llega temprano, no se ausenta… En definitiva, le encuentra sentido a lo que hace y para qué lo hace.

La productividad y la felicidad son dos caras de la misma moneda.

Totalmente. Tanto una empresa, como un equipo o un profesional que no es feliz no van a ser productivos. Esto es un hecho. La felicidad es algo que se alcanza de manera intrínseca, no podemos esperar que algo “de fuera” nos vaya a proporcionar ese estado de bienestar sostenido.

Si esto es así, ¿por qué en nuestro país parece que no ha calado aún esa idea?

Hasta hace muy poco no éramos nada conscientes. De hecho y de forma general, lo que se valoraba cuando se contrataba a alguien era que supiese hacer la tarea en cuestión. Ahora nos hemos dado cuenta de que hay que elegir a profesionales que compartan el propósito empresarial, los valores, las creencias, los comportamientos de la empresa y que quieran impactar positivamente en todos los grupos de interés y en la sociedad en general. Y en todo ello juega un papel fundamental el sentirse bien, sentirse feliz. La felicidad es un valor cada vez más preciado en las organizaciones enfocadas al alto rendimiento.

Fíjate que ya muchas empresas tienen la figura del Chief Happiness Officer, “el jefe de felicidad”, un puesto que me parece oportuno y adecuado. No obstante, no podemos ni esperar ni pretender que este jefe haga feliz a la plantilla. Para que la plantilla tenga un buen nivel de felicidad primero tenemos que incorporar profesionales que compartan todo lo que he señalado anteriormente. Garantizar un crecimiento sostenible para cualquier entidad, significa que los equipos sean además desarrollados por un liderazgo positivo. Esta es la baza sin duda para un crecimiento que se mantenga en el tiempo.

¿De qué modo entonces impacta el liderazgo positivo, en los colaboradores, equipos de trabajo y en general en los profesionales?

Pues como he comentado antes, pienso que el liderazgo positivo, es decir, la conducta que ejerce el líder es fundamental para el desarrollo de aquellos que dependen de él -colaboradores, equipos, etc..- y esto tiene que ver mucho con el crecimiento sostenible. Hay estudios que indican que un líder positivo impacta hasta un 70% en el equipo de trabajo y cuando nos preguntamos que cómo se lidera desde este enfoque, encontramos aspectos tales como, la delegación de trabajo en otros, el fomento del pensamiento estratégico, la autoconsciencia y la motivación del equipo para que dé el máximo.

Recientemente leía en una entrevista del que muchos consideran como mejor seleccionador nacional de baloncesto, Sergio Scariolo que en la selección se consideran una familia, porque resuelven los conflictos saliendo de ahí más reforzados que antes. Para que esto sea así, entre otras cuestiones debe haber un alto grado de compromiso y un propósito verdaderamente compartido. Esto es sin duda un ejemplo de lo que significa ejercer un liderazgo positivo. En un entorno de trabajo positivo y armónico incluso las diferencias se resuelven saliendo mejor que antes.

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