Irrumpe en la esfera global una guerra de las de bombas, destrucción y asedios, de las que creíamos que ya no íbamos a presenciar. La invasión de Rusia en Ucrania nos ha situado en la esfera de la incredulidad y la impotencia en directo, cuando creíamos que este tipo de conflictos ya no tenían cabida hoy. Desgraciadamente la realidad nos ha revelado, entre otras cuestiones – además de que el mundo puede cambiar en segundos- que en esta época convulsa de un mundo BANI necesitamos más que nunca líderes capaces de acometer los retos y guiar a sus colaboradores pero, sobre todo, la realidad nos ha puesto sobre la mesa dos formas antagónicas de afrontar las dificultades y con resultados muy diferentes entre sí.
El ruso Vladimir Putin ha dejado muy claro a la comunidad internacional lo que significa liderar desde la autocracia. Desde el “ordeno y mando”. Putin es el gran controlador que dicta las políticas, las estrategias, las operativas, supervisa, es el ojo que todo lo ve y premia o castiga desde ese enfoque unipersonal en el que ante todo evita delegar. Es decir, o estás conmigo, o estás contra mí.
Zelensky, por su parte, representa y ejerce de forma eficaz ese modelo de liderazgo “al servicio de”. El ucraniano ejerce un liderazgo servicial en el que construir relaciones, cooperar, y crear alianzas empatizando con su pueblo y con la comunidad internacional es la clave de su gestión. En este nuevo paradigma surgido en este mundo BANI, donde “de un día para otro” se puede desencadenar un conflicto bélico de consecuencias incalculables, Zelensky se enfoca en las relaciones y en las personas, se muestra humilde, servicial, accesible y sobre todo creíble; inspira confianza porque da ejemplo. Es y está con su pueblo, con la comunidad internacional, y lo más importante da ejemplo desde el campo de batalla, visitando a heridos, recibiendo a líderes en el mismo entorno de guerra… haciéndose presente para todos y para todo.
El presidente de Ucrania ha entendido perfectamente que el éxito de su liderazgo está relacionado con su funcionamiento emocional y social así como con su temperamento y comportamiento de personalidad, es decir, con la gestión de la inteligencia emocional. En otras palabras, con ese conjunto de habilidades emocionales y sociales que establecen cómo percibimos y nos expresamos, algo clave en el liderazgo porque define la manera de afrontar los problemas, un factor decisivo, susceptible de cambiar con el tiempo y de ampliarse en campos específicos, y se puede desarrollar durante toda la vida.
Hasta hace unos años, la “felicidad” se consideraba y estaba incluida como uno de los componentes de la inteligencia emocional, uno de los factores contribuyentes. Hoy, sin embargo, se entiende más como un producto de la misma.
La herramienta EQ-I 2.0. es la primera en considerar a la “felicidad” desde un enfoque científico, al incluir un indicador para medirla. En su momento decidí estudiarla, para mejorar y desarrollar mi propio liderazgo y además me ha permitido formar, entrenar y desarrollar a otros líderes. Por lo general, las personas con calificaciones de EQ-I más bajas tenían mayor probabilidad de obtener índices de felicidad inferiores. Cómo resultado de esta situación surgió el indicador de bienestar, que analiza detalladamente la relación entre el nivel personal de felicidad y todas las demás facetas de la inteligencia emocional. Hoy en día las organizaciones son tan conscientes de la importancia de la felicidad que han creado un puesto específico para intentar alcanzarla y mantenerla, el Chief Happines Officer (CHO), el director de felicidad.
Hoy hemos de abandonar fórmulas ya pasadas del liderazgo que representan perfiles como el presidente ruso, el “yo digo y tú ejecutas”, porque esta manera de entender las relaciones lejos de sumar, provocan aislamiento. El liderazgo camina hoy más que nunca hacia ese modelo de líder transformacional: el que crea equipos, los motiva, implica a todos sus stakeholders, establece metas, incentiva para conseguir mejores resultados y proporciona las oportunidades necesarias para el crecimiento personal y profesional de todos sus colaboradores.