Puede parecer innecesario enseñar a navegar al navegante; sin embargo, nunca se puede olvidar que “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Todos sabemos la diferencia entre financiar el circulante, con el que se hace frente al día a día, y financiar las inversiones (o imprevistos de calado). Son dos necesidades económicas bien distintas que requieren recursos distintos. Pero hay otro elemento que no siempre tenemos tan claro: es imprescindible contar con unas finanzas profesionales lo más diferenciadas posible de las personales.
Todo negocio, como otras tantas cosas de la vida, navega en la incertidumbre. Hay muchos acontecimientos exógenos a nuestra actividad que no podemos prever y que pueden dar un vuelco a nuestro ejercicio profesional: el covid nos arrojó abruptamente a esta realidad. Según los expertos, esta incertidumbre irá en aumento, no solo en el plano geopolítico -conflictos que irrumpen en la economía como un elefante en una cacharrería, aunque siempre vuelven las aguas a su cauce, sino también,- cada vez más, por una climatología extrema, que puede poner patas arriba el día a día de los pequeños negocios.
El empresario o autónomo es consciente de la necesidad de mantener fondos para hacer frente a las exigencias cotidianas de pagos a proveedores, plantilla o gastos fijos. Pero también debe haber una planificación de los imprevistos. Me explico: ante este contexto de incertidumbre es más importante que nunca que contemos con un colchón suficiente tanto para los acontecimientos repentinos que puedan ser relativamente previsibles como para los incidentes que incluso escapan a nuestra imaginación.
Las causas de los imprevistos pueden ser variadas, pero los efectos siempre son los mismos: la dificultad de continuar, temporal o definitivamente, con una actividad con la que mantener a nuestra familia. Problemas de salud o económicos -coyunturales o estructurales- que mermen el potencial de nuestro trabajo y no nos permitan garantizar unos mismos ingresos durante todos los meses. Por ello, también es importante contar con una buena planificación en el ámbito de los seguros (hogar, vida, accidentes y salud), que nos permita dormir tranquilos.
Ante estas situaciones cobra relevancia contar con finanzas separadas en el ámbito personal y profesional. No hacerlo nos llevará a utilizar el dinero personal para cubrir imprevistos en nuestros negocios, lo que a largo plazo puede acabar impactando negativamente en ambos ámbitos.
Como asesores financieros personales, siempre hacemos hincapié en la importancia de una buena planificación basada en nuestras metas a corto, medio y largo plazo, según nuestras características y perfil de riesgo. Pero son demasiadas las veces en las que vemos cómo el esfuerzo y la disciplina que se sigue en lo personal se ve perjudicado al mezclarlo con los negocios. En este caso, separar es ganar.
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