El cambio ha dejado de ser un concepto abstracto para convertirse en una realidad constante. Las organizaciones viven día a día el cambio en todas sus áreas del negocio. Gestionar ese cambio es crucial para mantenerse competitivos y alcanzar la consolidación y el crecimiento.
Según John P. Kotter, reconocido experto en liderazgo y cambio organizacional, uno de los errores más comunes que cometen las empresas es subestimar la importancia de un liderazgo claro durante los procesos de transformación. En su obra “Leading Change”, Kotter subraya que hasta el 70% de las iniciativas de cambio fracasan no por una falta de diagnóstico o estrategia, sino debido a la incapacidad de la organización para ejecutar correctamente esos cambios, frecuentemente por no tener a las personas adecuadas en los puestos clave.
Es aquí donde entra en juego el Interim Manager. Esta figura se ha vuelto cada vez más relevante para las empresas que necesitan gestionar cambios de forma efectiva pero no cuentan con los recursos internos para hacerlo. Un Interim Manager es un profesional altamente cualificado que se incorpora temporalmente a una organización para ayudarla a gestionar un proceso específico, y una vez alcanzados los objetivos, se desvincula de la empresa.
Como destaca Javier Fernández Aguado en su libro “Interim Management: La solución a la crisis empresarial”, estos profesionales no solo aportan una perspectiva fresca y objetiva, sino que también aceleran los resultados al aplicar su experiencia en múltiples sectores y situaciones de crisis o cambio. Su valor reside en que no están ligados a las dinámicas internas que a veces frenan la toma de decisiones en las empresas, lo que les permite actuar con rapidez y precisión.
Para aclarar cuándo la intervención de un Interim Manager es apropiada, aquí hay algunas situaciones comunes:
– Falta de tiempo de la directiva para gestionar una situación específica.
– Ausencia de conocimientos especializados.
– Bajas temporales de directivos clave.
– Aportar una visión externa y añadir valor.
– Procesos de fusión o adquisición.
– Desarrollo de una nueva línea de negocio.
– Cobertura de roles directivos durante periodos de transición.
– Resolución de conflictos en la junta directiva.
La figura del Interim Manager no solo ayuda a las empresas a navegar por momentos de cambio o crisis, sino que también aporta un enfoque dinámico que combina agilidad, conocimiento especializado y un compromiso temporal.
En un entorno laboral tan volátil y cambiante como el actual, es imprescindible desarrollar nuevos modelos de colaboración profesional que se adapten a estos cambios. El Interim Manager cumple con ese papel: es un líder experimentado que acompaña a la organización en procesos críticos, aporta valor a corto plazo y se desvincula una vez alcanzados los resultados.
¿Te atreves a gestionar el cambio acompañado profesionalmente?