Lanzarse a la piscina

Se acaba 2022. Y puede que estés dándole vueltas a iniciar algo nuevo para el año próximo. Pero la situación general te crea incertidumbre y te hace “echar el freno”.

También es posible, que lleves meses, o años, en marcha. Que desees para este próximo año que las cosas sean un poco (o un mucho) mejores.

Quiero que aproveches la lectura de este artículo para sacar conclusiones que te ayuden a cumplir esos objetivos, independientemente de cuál de las dos vías se abra ante ti

Seguro que alguna vez has visto imágenes de clases de natación para bebés. Igual hasta lo has vivido con cierta angustia como padre o madre.

Ya sabes cómo va la cosa: “lanzan” al bebé a la piscina, de modo que, de forma instintiva (y casi milagrosa, al parecer) comienza a encontrar su flotabilidad, y a moverse de forma que consigue mantenerse y desplazarse.

Si lo piensas, en muchos casos esto funciona porque el bebé no tiene consciencia del peligro (tanto el real como el imaginado), ni del qué dirán.  Si lanzásemos a un adulto que no sabe nadar al agua del mismo modo, el porcentaje de ahogados se dispararía.

Es decir: el instinto “puro” hace que el bebé encuentre la manera de sobrevivir: Las técnicas necesarias para mantenerse a flote (y cuando su padre o madre está enfrente con ellos, encuentran la forma de desplazarse en el agua).

El adulto, por otra parte, puesto que ha relegado ese instinto a un segundo plano, se deja atenazar por los miedos y pre-conceptos que hay en su mente: las historias horribles de ahogados, de cortes de digestión, de shock térmico. Se cuenta a sí mismo esas historias, y se asusta aún más.

Y también se paraliza por miedo al qué dirán, a ver manchada su imagen proyectada, su reputación. 

Esto hace que, o entre en pánico, utilizando técnicas erróneas, que le harán quemar sus recursos y hundirse aún más, o se bloquee completamente y no haga nada, con el mismo resultado.

Y esto, hablando sólo del contacto con el agua, el mantenerse a flote. 

Estas primeras tácticas le permiten al bebé (o al adulto si decide no bloquearse por sus miedos) mantenerse a flote. Ahora falta hacerlo optimizando sus recursos, más rápido, y con menor consumo de energía.

Necesitará tener clara la estrategia para lograr estos objetivos, y aprender y aplicar nuevas técnicas de natación, adecuadas a la consecución de los mismos.

Con esta imagen en mente,  entenderás que iniciar y gestionar un negocio tiene grandes similitudes con este aprendizaje a nadar, a sobrevivir y triunfar en un medio que no es el “habitual”:

  • Si te lanzaste (o te vas a lanzar), sin conocimientos previos, es muy posible que hayas adquirido herramientas, o tácticas, que te hayan permitido mantenerte a flote, incluso puede que hayas alcanzado una pericia suficiente como para hacer crecer, con mucho esfuerzo, tu negocio.
  • Si ya conocías algunas técnicas, es muy posible que las estés aplicando sin tener claro el objetivo, hacia dónde estás nadando, en cuánto tiempo quieres llegar, y cómo de cansado/a quieres estar al llegar allí.

    Si te pones a bracear y patalear en la piscina “a fuerza bruta”, consigues “nadar”…pero te asfixias, quemas todos tus recursos muy rápido, de forma que es un esfuerzo no sostenible.

En resumen… párate un momento a reflexionar sobre la marcha de tu emprendimiento / negocio / empresa (como quiera que lo llames).

Para este nuevo año, no sería mala idea…

  1. Tener claros tus objetivos empresariales. Dónde quieres llegar a final de año, cómo quieres llegar allí, cómo serán tu negocio y tu vida cuando hayas llegado.
  2. Identificar dónde estás ahora con respecto a esos objetivos.
  3. Conocer cuáles son tus recursos actuales: qué herramientas y técnicas que conoces y dominas te llevan en la dirección que buscas… y cuáles no lo hacen.
  4. Descubrir qué necesitas añadir…o eliminar, respecto a tus recursos y a las acciones que estés realizando.
  5. Documentarlo TODO, en papel. Escribirlo te va a ayudar a reflexionar. Releerlo te va a ayudar a madurarlo, a ver puntos ciegos que no hayas considerado antes, a identificar patrones que convenga reforzar o descartar.
  6. Dibujar un “mapa” o diagrama en el que figure todo lo anterior: punto inicial (actual), futuro estado deseado, procedimientos que necesitarías poner en marchar para llegar de uno a otro, elementos que tendrás que eliminar.
  7. Compartir el mapa con tu equipo, si tienes empleados.
    Y revisarlo constantemente para utilizarlo como guía, tengas o no empleados.

Te deseo desde el Laboratorio una muy Feliz Navidad, y brindo por que el próximo año pongas en práctica estas ideas para facilitarte la consecución exitosa de tus objetivos. 

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