El año 2024 ha sido un periodo de avances significativos en la gestión de personas, pero aún persisten retos que impiden alcanzar todo el potencial de las organizaciones centradas en las personas. Identificar estas áreas pendientes es crucial para transformar los desafíos en oportunidades de mejora sostenible en 2025.
Uno de los principales retos sigue siendo la igualdad e inclusión. Aunque muchas empresas han adoptado políticas de diversidad, la implementación efectiva continúa siendo un desafío. Brechas salariales y barreras para el acceso de grupos minoritarios a posiciones de liderazgo reflejan un camino todavía por recorrer hacia entornos de trabajo verdaderamente inclusivos.
La retención del talento es otra asignatura pendiente. Con fenómenos como el quiet quitting y la rotación voluntaria, los empleados, especialmente las nuevas generaciones, demandan un enfoque más profundo en propósito, flexibilidad y desarrollo continuo. Muchas empresas no han sabido responder a estas expectativas, afectando su capacidad para atraer y mantener a los mejores profesionales.
En cuanto al uso de tecnología, la adopción insuficiente de herramientas estratégicas para medir y mejorar el bienestar y la experiencia de los empleados ha limitado el impacto de estas soluciones. La falta de formación y la resistencia al cambio dificultan su integración en los procesos organizacionales.
La gestión del cambio también representa un desafío constante. A pesar de los esfuerzos por promover culturas adaptables, muchas empresas aún no están preparadas para afrontar disrupciones tecnológicas, económicas o sociales con rapidez y eficacia. La rigidez cultural y la comunicación deficiente agravan este problema.
Otro reto significativo radica en el liderazgo transformacional. Aunque la importancia de liderar con empatía y propósito es ampliamente reconocida, la presión por resultados inmediatos suele desviar la atención de los líderes de las necesidades humanas de sus equipos. Este desequilibrio reduce el compromiso y afecta la productividad.
Finalmente, el equilibrio trabajo-vida sigue siendo una meta difícil de alcanzar. Las iniciativas de flexibilidad laboral no siempre logran reducir el estrés o mejorar la satisfacción de los empleados, reflejando la necesidad de políticas más efectivas y personalizadas.
Estos retos no son barreras insuperables, sino áreas donde las empresas tienen la oportunidad de crecer y diferenciarse. En 2025, abordar estas cuestiones con un enfoque estratégico y humano será esencial para construir organizaciones resilientes, inclusivas y orientadas al bienestar de las personas.
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