La facturación en hostelería desciende ligeramente respecto al pasado año

Para la hostelería de Sevilla, el verano no es una de las etapas temporales con mayor impacto económico en el sector. Cabe realizar un doble análisis en función de la zona geográfica a la que miremos. Por una parte, los establecimientos situados en la zona centro de la ciudad siguen disfrutando de los visitantes que acuden a Sevilla como destino vacacional. No obstante, durante este periodo estival, la facturación en dichos establecimientos ha descendido en torno a un 3% de media. Si bien el turismo internacional se ha mantenido relativamente estable respecto al pasado año, se ha comprobado un descenso en el consumo del turismo nacional que, cada vez más, busca destinos fuera de las fronteras españolas o en el norte de la península.

Precisamente, son estos los establecimientos que aumentan su plantilla para garantizar los turnos de vacaciones a la par que se mantiene el servicio. Existe, además, la particularidad de que este pico de contratación se realiza cada vez con mayor antelación, debido a que el aumento de las temperaturas en los meses de abril y mayo hace que, en muchos casos, los visitantes anticipen a esas fechas su visita a la capital sevillana.

Sin embargo, si nos centramos en los barrios y zonas residenciales, la caída de las ventas es drástica. Nos encontramos ante un gran número de establecimientos que ven cómo la facturación desciende considerablemente en los meses de julio y agosto debido, en gran medida, a la migración masiva de sevillanos a zonas costeras u otros puntos vacacionales. Son estos los que, casi en su totalidad, deciden permanecer cerrados durante un largo periodo debido a la nula rentabilidad de mantener el negocio abierto durante la época estival.

Otro factor clave con un impacto directo en el sector son los, cada vez más numerosos y persistentes, episodios de temperaturas extremas en la localidad. Con una gran cantidad de jornadas en las que los termómetros superan los 40 ºC, permanecer en la calle y, por tanto, acudir a establecimientos hosteleros, se concentra en cada vez menos horas del día. Este factor climatológico condiciona el consumo a última hora de la tarde o primera de la noche, haciéndolo en muchas ocasiones prácticamente nulo durante más de la mitad de la jornada. Coinciden de este modo los momentos del día en los que la temperatura permite disfrutar del exterior con el horario de cierre de establecimientos o, como mínimo, con la recogida de su terraza de veladores.

Por ello, los meses de julio y agosto continúan siendo periodos de escasa venta para el cómputo global de la hostelería de la ciudad.

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