Camarada empresario/a,
Vuelvo con las pilas cargadas tras el parón veraniego, y batallero a decir basta, y en esta ocasión quiero que te unas a mí en una reflexión importante.
En primer lugar, quiero que cierres los ojos (después de leer esta introducción, claro) y te imagines cómo sería tu vida si tu empresa estuviera EXACTAMENTE donde quieres llevarla. ¿Lo tienes?
Bien. Es muy posible que todo haya ido en la línea de:
– Tendría tiempo para disfrutar de mis aficiones y mi familia (un clásico).
– La reputación de mi empresa me precedería, y mis productos y servicios serían elegidos de forma preferente por los clientes, entre todas las opciones disponibles (llenando las cuentas de mi empresa y la mía propia, continua y constantemente).
– Mi empresa funcionaría a pleno rendimiento, de forma rentable, sin contratiempos ni interrupciones indeseadas, en crecimiento constante. Mis clientes estarían tan satisfechos que me traerían más clientes en automático, sin tener que invertir tanto en marketing y esfuerzos comerciales.
Puede haber otras adicionales, probablemente habrá matices si tienes problemas muy concretos, pero el efecto final girará en torno a estas tres que comento.
Hago un inciso, para hablar sobre los problemas concretos que puedes estar enfrentando, para que no pienses que hipersimplifico:
O podría ser que ese producto o servicio que tienes, que dices que es “un Mercedes”, no esté despegando porque los potenciales clientes “no saben ver” (¿o no perciben?) el valor que les aporta. Compran en masa productos o servicios competidores, de calidad muy inferior, y te toca intentar atraerlos bajando tus precios y por tanto impactando en tu rentabilidad.
Es posible que por motivos propios o ajenos, tengas dificultades de liquidez o acceso a financiación, lo que te impide acceder a servicios o recursos para el crecimiento, la expansión, como i+D, marketing, o para reclutar, formar y fidelizar talento especialista, adecuado y responsable.
De hecho, es posible que no veas posibilidad de crecimiento con el equipo y recursos que tienes actualmente: que no los veas capacitados o que parezca que sus capacidades están limitadas o ya has alcanzado su límite.
Y al hilo de esto…parece que nadie en España quiere trabajar.
Pues vengo a darte una buena noticia: estás más cerca de lo que piensas.
Porque, querido compañero empresario/a, la clave está en ti. Tú eres el dueño (o dueña) del primer paso, y el camino se inicia con ese, aparentemente minúsculo pero crucial, paso.
Tú decides qué haces, qué marrón solucionas o qué deseo cumples, para quién, en qué lugar, de qué manera, y cuánto cobrar por ello.
También decides dónde pones el foco, en qué te centras, qué priorizas y a qué le das importancia.
Y también, es cosa tuya tener los flujos de dinero bajo control, gestionar adecuadamente tus recursos.
Y, hablando de recursos… ¿adivinas quién decide qué hacer si un empleado no es adecuado o le faltan capacidades?
Exacto. TÚ.
Así que, acepta el reto y este empujoncito cariñoso que te doy y date cuenta de que no sacas nada quedándote estático/a y quejándote todo el día.
A veces se nos olvida que nuestros negocios y empresas son construcciones que salen de nuestras cabezas, de nuestro talento y nuestras habilidades. Que no vale bajar los brazos y decir: “es que el mercado es así” “es que mi cliente eso no lo entiende/no lo aceptaría” “es que mi negocio/sector es diferente”.
Claaaro, claro: tu negocio y el de cada uno, es diferente. Pero…¿de quién es la decisión de estar en un determinado mercado, en un determinado sector, con una determinada solución para un determinado problema que tiene un determinado tipo de personas?… Oh….
Si algo no funciona o no acaba de encajar en tu empresa, es tu misión ponerle solución, o buscar los recursos que te ayuden a hacerlo. Y también lo es ordenar qué va primero (lo urgente) y qué hay que hacer sí o sí (lo importante).
Te dejo con un dicho de Steven Covey (autor, entre otros, de “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, conferenciante y profesor de gestión empresarial americano, de cierta relevancia. Te aconsejo que leas alguno de sus libros, de paso):
“Lo más importante, es mantener lo más importante lo más importante”
Es decir: el secreto del éxito está en poner el foco en lo fundamental, lo esencial, y poner todos los esfuerzos en esas actividades.
O, lo que es lo mismo: enfócate en conocer a fondo el contexto y los recursos que tienes (y los que necesitas para alcanzar tus objetivos)… y en gestionarlos adecuadamente.
Lo que sobra, fuera.
Lo que falta, buscar la forma de adquirirlo.
Y listo.
Brindo por tus éxitos, y me despido hasta dentro de unas semanas.
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