No estaban tan locos estos romanos

A veces, no hace falta investigar en las últimas tendencias en un área determinada.

Por ejemplo, en la inteligencia artificial aplicada al marketing. O las últimas teorías económicas respecto a gestión empresarial.

A veces, la sabiduría está en la historia. Sólo hay que saber encontrarla, extraerla, y adaptarla a tu caso concreto.

No hace mucho, me crucé con un documental de estos de las grandes civilizaciones, y como es una temática que me gusta, decidí darle una oportunidad.

Hablaba sobre el Imperio Romano. En concreto, hablaba de cuál fue el secreto del Imperio Romano, para alcanzar la extensión, poderío, gloria y relevancia que tuvo.

Pues verás…la clave fue su ejército.

De hecho, la estructuración, profesionalización, organización y comunicación del mismo.

Y la adopción rápida de tecnología bélica y táctica militar.

No es que no hubiera habido en el pasado ejércitos dedicados, organizados y estructurados antes (destacando a Esparta), pero o bien se trataba de hombres libres inspirados por unas mismas ideas, o de esclavos que morían luchando por sus amos (o bajo la espada de los mismos).

Y, como puedes imaginar, aunque la primera premisa es poderosa, faltaba algo de “motivación”.

La clave es la profesionalización.

La “militia” era un cuerpo de soldados inspirados por el ideal del imperio, y además entrenados y pagados por su desempeño (el salario. Sí, de ahí viene la palabra).

Y se dividían en rangos jerárquicos, y se dedicaban a aquello para lo que eran más hábiles o estaban más dotados.

Potenciaban sus fortalezas. Desempeñaban su actividad en la mejor forma posible. Optimizaban.

Los físicamente fuertes y grandes ocupaban puestos en los que el poderío físico y la resistencia eran determinantes, como la Guardia Pretoriana, o los “Princeps” (que no te engañe la palabra, estaban como última línea de defensa- segunda o tercera- tras la infantería ligera y los legionarios o infantería pesada, y defendían al oficial o Centurión, que dirigía y creaba la estrategia con otros generales y oficiales).

Los pequeños y ágiles se empleaban como espías. Si eran buenos corredores, como mensajeros.

Si uno tenía buenos pulmones, y no unas hechuras propias para pelear, espiar, o pasar mensajes, se podía emplear como Tubicen (o trompetero), y era un papel esencial.

Estos, junto con los Venator (cazadores, que proveían comida a las milicias), los Imagum y Vexillarium (portadores de estandartes y señas) estaban exentos de la actividad de lucha en sí misma. Eran conocidos como Immunes, especialistas en otras tareas de soporte.

Otro aspecto esencial fue la observación, diseño, experimentación y adopción de innovaciones tanto en material bélico como en tácticas militares.

Es tan famoso el desarrollo de lanzas, armaduras (para personas y monturas), espadas, etc. como las formaciones de avance protegidos por los escudos, como “la tortuga”

Eso por no hablar de uno de los avances tecnológicos que cambiarían la forma de entender la guerra para siempre: las armas de gran impacto, armas de distancia, y armamento de asedio avanzado.

Famosos son las catapultas, el Scorpio (una ballesta gigante montada en un carro y que lanzaba unas flechas enormes), o el Musculo (una torre de ataque que protegía a los soldados y les franqueaba el paso sobre murallas mediante un puente).

Vamos, que innovar, innovaban.

Pero no hemos de olvidarnos de la Comunicación.

Los romanos pronto se dieron cuenta que comunicación es poder.

Como he mencionado, dentro del propio ejército había especialistas en comunicación, y sistemas muy sofisticados.

Las calzadas romanas son el legado de esta idea. Y aún perduran dos mil y pico años después.

Y sobre muchas de ellas, circulan hoy día nuestras vías de comunicación y transporte principales.

No eran tontos estos romanos.

Pero además es conocido que desarrollaron métodos de comunicación encriptada para difundir noticias e instrucciones.

En fin. Si los romanos lo tenían claro, nosotros deberíamos tenerlo también.

Para que tu negocio florezca y se convierta en una empresa.

Y luego en una gran empresa.

Y luego en un Imperio. Si tú quieres, claro…

Necesitas tener una organización y estructura que optimice tus recursos.

Y una profesionalización en cada puesto. Especialmente en el de dirección.

Y ser capaz de innovar.

Y tener una comunicación interna y externa intencional y controlada.

Quiero que seas como los romanos, y que con esta organización y estructura, aproveches más tus recursos (sean muchos o pocos, siempre podrás progresar).

Ten en cuenta que el Imperio Romano en occidente cayó más de 500 años después de su fundación, cuando cedió ante los ejércitos germánicos que ya se habían profesionalizado y estructurado, y por disensiones internas y pérdida de identidad.

De aquí también podemos sacar una lección para la gestión de negocios: si consigues profesionalizarla antes que tus competidores, tendrás una ventaja competitiva adicional. Pero para mantenerla, hay que seguir innovando y teniendo clara la propia identidad (es decir, aquello que motiva y guía al negocio).

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