No seas un arquero con los ojos vendados

Como te comentaba el mes pasado, uno de los mayores palos en la rueda o lastre que te impide llevar tu empresa a donde deseas es la complejidad. Reducir la complejidad requiere de visión y conocimiento del propio negocio y de cómo encaja en su ecosistema. 

Lo opuesto a esa imagen borrosa u oscura que plantea la complejidad es lo que podríamos llamar “claridad” o “foco”.

Cuando tienes claridad, eres consciente de tus recursos, capacidades y limitaciones.

Y también eres capaz de medir, controlar, rectificar cuando es necesario y potenciar aquello que sí funciona. 

Es decir…puedes tomar decisiones informadas, aumentando mucho las probabilidades de acertar.

Imagina por un momento que estás disparando flechas con un arco.

Si lo haces con los ojos vendados, sin saber exactamente dónde y a qué distancia está la diana, ni de dónde sopla el viento, ni si estás en terreno llano o pendiente, por más que seas un arquero experimentado, que tengas el mejor arco del mercado, y dispongas de mil flechas, es muy difícil que des en el centro.

Sin embargo,  si te retiramos la venda de los ojos, conoces que el viento viene de la izquierda,  y que la diana está a 50 metros, en ligera pendiente ascendente, podrás hacer los ajustes necesarios para compensar el tiro y que todos esos factores sumen para que la trayectoria de tus flechas sea certera.

A misma experiencia,  no necesitarás un arco de tan alta gama, ni gran cantidad de flechas. Tendrás mayor puntería,  mayor acierto. 

Serás más efectivo y eficiente. De eso va la optimización. 

Optimizar tu negocio o empresa crea el escenario adecuado y te dota del espacio mental necesario para acometer aquello que hace “grandes” a los grandes empresarios, como desarrollo de marca, invertir en hacer crecer o escalar la empresa, y crear una cultura o movimiento en torno al producto o servicio que venden.

El “secreto” de los grandes en este caso es que tienen claro desde el principio que sus empresas no son una mera forma de sobrevivir, si no un “ser viviente” que tiene que crecer, asentarse, seguir creciendo,  y evolucionar. 

Piensan como un agricultor…pero uno que ya tiene en mente antes de sembrar, que venderá la cosecha para tener dinero para invertirlo, que ese dinero “trabaje” y genere por él, y que podrá dejar de tener que tirar de azada (o que podrá disfrutar de un estilo de vida determinado, y cultivar sólo por placer o por hacer ejercicio y reconectar con la naturaleza). 

Tienen claro que lo que están construyendo no sólo servirá para darles dinero, si no que incluso trascenderá a ellos mismos, creará un impacto, dará significado a otras personas, transformará vidas o establecerá un legado

Por tanto, lo que les da la ventaja son tres pilares:

  • Claridad sobre cómo funcionan los negocios.
  • Conocimiento de sus circunstancias, recursos, fortalezas y debilidades. 
  • Visión de dónde quieren llevar su empresa, a veces incluso desde el primer momento. 

Por supuesto,  no se trata de que tú carezcas de alguna de ellas. Seguramente,  tendrás,  al menos, un poco de cada una.

Se trata de un asunto de “cantidad” o más bien, de intensidad.

Si tienes claro cristalino cómo funcionan los negocios, te va a ser muy fácil ver oportunidades y poner cosas en marcha.

Si tu conocimiento es profundo sobre tus circunstancias propias, vas a poder medir y tomar decisiones acertadas, y vas a evitar costosos errores y gastos en experimentos para encontrar el camino más adecuado.

Si tienes una visión clara y una idea sólida,  detallada,  de dónde quieres llegar,  vas a disponer de un hilo conductor que guíe todas esas decisiones, te permitirá generar una cultura interna de empresa, y tendrás un mensaje claro que llevará a tu público a conectar con tus productos y servicios, y elevarlos al estatus de “de culto”, o a crear una auténtica tribu a su alrededor.

Es decir: presente, futuro y método (o camino) que te lleve del uno al otro.

Por eso, te invito a que, aún a sabiendas de que tienes una ajetreada y densa agenda,  hagas el ejercicio de valorar cuál es tu visión para el futuro, qué quieres lograr que sea trascendente (la misión en la que te embarcaste cuando iniciaste tu actividad), y qué ventajas o recursos, y desventajas tienes hoy que te permitirán (o están impidiendo) que evoluciones hacia ese futuro que deseas.

Te recomiendo que lo pongas por escrito. Y que lo tengas presente a diario.

Ahí tienes una guía básica para tu negocio. 

Y si deseas acelerar, superar las dificultades o definir alguno de estos conceptos, suele ser buena idea buscar ayuda externa.

Comparte esta noticia:

NOTICIAS RELACIONADAS