Maru Zafra
Sistema inmunitario. Palabra escuchada por muchos por parte de cualquier especialista en medicina, nutricionista, en diferentes foros y con las mamis cuando nuestros peques empiezan el cole y ya llevan en su mochila resfriados, bronquitis y un sinfín de patologías temporales que ninguna ha decidido incluir voluntariamente en el lote de primero de curso.
Vamos a explicar qué es el sistema inmunitario de manera sencilla. Se trata de un ejército que siempre está al acecho para luchar contra patógenos que pueden entrar en nuestro cuerpo y en caso de que entren, evitar que se multipliquen e invadan con su maldad y sus diferentes síntomas. También es el encargado de hacer una limpieza exhaustiva en nuestras propias células si estas, mueren o están dañadas y evitando también que algunas se vuelvas cancerosas y/o malignas. Y ahora bien, ¿qué opinas si te digo que la condición perfecta para un resfriado es el encontrarnos agotados? Como dijo Rudolf Virchow en su teoría celular. Impresionante (os invito a leer sobre él):
“Si pudiera volver a vivir mi vida, la dedicaría a demostrar que los gérmenes buscan su hábitat natural -tejido enfermo- y que no son la causa del tejido enfermo, de igual modo que los mosquitos buscan agua estancada, pero no hacen que el charco quede estancado”.
Resumo indicando que el sistema inmune reside en nuestras células, miles y miles de billones de ellas trabajando a tope y sin descanso. A ese ejercito hay que estar agradecido y darle mimos y prioridades. Trabaja junto a barreras. Puertas de entada como es la piel, nuestro órgano más grande donde están sus células cogiendo sus armas para luchar contra patógenos que ya, han atravesado nuestra epidermis. Las membranas mucosas. El moco “atrapa”, tal cual y disponemos de el en nuestro intestino, sistema respiratorio (entre muchos otros) donde creamos moco y moco y no ganamos para pañuelos de papel… pues esos pañuelos se llevan todo lo malo. El moco de la nariz se seca y así lo podemos eliminar; que se seque es primordial para que no escale hacia dentro y pueda infectar nuestros pulmones, por ejemplo y como curiosidad.
Las lágrimas. Vas caminando al aire libre y de repente algo se te mete en el ojo, se emite una señal donde el ojo segrega la lágrima y esta, contiene lisozima: Un desinfectante. Y ahora un día decidimos hacernos los duros y no llorar… pues te diré que llorar es la única ruta por la que podemos excretar las hormonas del estrés. Llorar literalmente cortisol. Como ves nuestro cuerpo nos brinda de todas las vías para el mismo regenerarse y ofrecerte cuidados. Mi maquina preferida. Luego están los procedimientos mecánicos como la tos, estornudar, toser, vomitar… echar lo malo pa´que y que quede lo bueno. Y ubicándonos un poco dentro de este sistema maravilloso visto muy por encima, vamos a ver qué ocurre en los cambios de estación.
Hay evidencia científica que confirma como los cambios de estación afectan directamente al sistema inmunológico. Sus células (neutrófilos, linfocitos, macrófagos… datos que puedes ver en tu analítica y curiosear) varían en concentración en sangre y tejidos lo que da lugar, a que se vea afectada la distribución de las células inmunológicas en el organismo. Es cuando patógenos que acechan encuentran una fisura por la que colarse y también nos vemos afectados por el cansancio, por ejemplo, que puede ser debido por una carencia de vitamina D al llegar el invierno donde las horas de sol y exposición, menguan repentinamente. Pero ojo, esta carencia por moda nos ha llevado a un auto diagnostico, lo ideal es mediante analítica ver niveles y en caso necesario suplementar y primordialmente a través de la alimentación, consumiendo alimentos como pescado graso, dorada, salmón, atún, hígado, lácteos, champiñones… frutas y verduras de color naranja y rojo, mucho color y una exposición solar en las estaciones frías sin protección cutánea por unos 15 minutos máximo, evitando horas fuertes de sol, así sintetizamos la vitamina D.
Indispensable cuidar nuestra microbiota, la máxima encargada de que el sistema inmune se desarrolle y madure, y a través de la alimentación te nombraré alimentos para esta temporada y que tus ejércitos estén felices y fuertes ante la lucha:
- Calabaza, boniato y mandarinas: Ricas en vitamina C. Ayudarán a aumentar nuestras defensas y potenciar la inmunidad.
- Chirimoya: Rica en hierro y vitamina C. Ayuda a la digestión y es muy poco calórica. ¡Riquísima!
- Caqui: Aportan vitamina A y C, antioxidantes para mejorar las defensas naturales.
Toma nota: Frutas y verduras de color rojo disponen de licopeno. Un potente antioxidante que hace que todos los sistemas de nuestro cuerpo como el inmune, se encuentren reforzados. Al ser liposoluble es interesante añadir AOVE cuando lo preparemos, así lograremos que se absorba mejor.
Verduras de color y hoja verde:
- Alcachofas: Rica en inulina. Beneficiosa para el desarrollo de la flora intestinal, su equilibrio y con efecto diurético.
- Brócoli: Rico en glucosinolatos. Gran eliminador de toxinas.
- Espinacas: Mejora el estado de las mucosas por su vitamina A.
- Acelgas: Con importante cantidad de calcio y también hierro. Bajo aporte calórico.
- Coliflor: Contiene vitamina C ayudando a prevenir gripes y resfriados. Fuente de potasio ideal para nuestro sistema nervioso.
Te invito a que consumas siempre alimentos de temporada. No olvides tu exposición al sol y ante situaciones e estrés busques lugar para ti, cuidarte, mimarte y reír que es el mayor protector del que disponemos y es gratis.