
Sandra Campoy, artífice del Proyecto Bienestar 5.0 que ha llevado a Formación Universitaria a ganar el Premio MEES 2025
El bienestar laboral ya no es una opción, es una prioridad. Formación Universitaria ha sido reconocida con el Premio MEES 2025 gracias a su innovador “Proyecto de Bienestar y Salud Corporativa 5.0”. Hablamos con Sandra Campoy, responsable del programa, para conocer cómo una pyme puede liderar un cambio real en la cultura organizacional poniendo a las personas en el centro.
¿Qué significa para ti este premio como responsable del proyecto Bienestar 5.0 en formación universitaria?
Recibir este premio me llena de orgullo y una enorme satisfacción personal y profesional. Para mí, es como una señal de que estamos haciendo las cosas bien.
Desde el principio, me lancé a este proyecto con muchísima ilusión y con el deseo de realmente impactar positivamente en el bienestar de nuestros colaboradores.
Este premio que hemos recibido en la categoría PYME tiene un significado especial porque no sólo reconoce el esfuerzo, sino también lo innovador que es llevar un proyecto así en una PYME.
En general, estamos acostumbrados a ver las grandes iniciativas de bienestar corporativo en empresas grandes o multinacionales, con muchos recursos y estructuras más desarrolladas.
Por eso, que un proyecto como este se reconozca en una PYME demuestra que, con visión, ilusión, compromiso y creatividad, se puede transformar el entorno laboral y priorizar la salud y el bienestar de las personas, sin importar el tamaño de la empresa.
Cuéntanos, ¿Cómo ha impactado este proyecto en los profesionales de su organización? ¿Qué cambios has notado?
Desde el primer momento en que presenté el proyecto, el impacto fue muy positivo. Acogieron el proyecto con gran entusiasmo y asombro, porque no están acostumbrados a que en una empresa como la nuestra se lleven a cabo proyectos de bienestar tan completos y estructurados.
Para mí, era fundamental que este proyecto no se quedara solo en ideas teóricas, sino que cada una de las actividades tuviera un enfoque práctico y pudiera aplicarse en su rutina diaria.
Por eso, todos los talleres los realizamos dentro del horario laboral, para que de esta forma integrar el bienestar en la jornada y no verlo como algo externo.
Hemos organizado desde talleres de mindfulness y de alimentación saludable, los cuales son bimensuales, sin dejar de lado la prevención como la dependencia tecnológica o el uso de sustancia. Son asuntos que a menudo se ignoran en el ámbito laboral, pero que influyen en el bienestar general.
Aparte del impacto individual, mayor motivación, mejor gestión del estrés y un ambiente laboral más positivo, el proyecto también ha tenido un impacto a nivel colectivo.
Para mí era fundamental que los talleres fueran participativos y a la vez fueran espacios para conectar entre compañeros de distintos departamentos.
Después de cada taller, enviamos cuestionarios de evaluación y siempre recibimos respuestas muy positivas, tanto en las evaluaciones como en los comentarios de agradecimiento.
Desde el principio les dije que este proyecto era para ellos y que debíamos construirlo juntos, y gracias a lo que han aportado y la participación hoy es un proyecto vivo, el cual está en constante evolución.
La Organización Mundial de la Salud afirma en uno de sus últimos informes que el trabajo decente apoya la buena salud mental. Una de las partes de su proyecto precisamente está centrada en promover prácticas que contribuyan a un entorno de trabajo seguro en su organización, exentos de riesgo para la salud mental. Háblenos de ello.
El bienestar emocional y mental es clave en este proyecto. Como comenté antes, realizamos talleres de Mindfulness con distintos enfoques, que incluyen ejercicios de respiración, relajación y gestión emocional.
Siempre buscamos ofrecer herramientas prácticas para afrontar el estrés diario.
Además, damos mucha importancia a la prevención. Hemos llevado a cabo talleres sobre adicciones, como el uso excesivo de la tecnología o el consumo de sustancias, y también sobre la violencia de género. Con estos talleres, no solo buscamos que sirvan a nivel personal y profesional, sino que también esperamos que puedan ser útiles en su entorno cercano.
Muchos de nuestros colaboradores son padres o tienen personas a su cargo, y confiamos en que lo aprendido les ayude a educar o acompañar a sus hijos, familiares, amigos o compañeros en estos temas tan importantes.
Por último, ¿Qué desafíos son los que se plantean una vez puesto en marcha este revolucionario proyecto?
Para mí, el desafío más importante está en el impacto real. Al final del año, cuando revisemos los talleres, actividades e iniciativas que hemos llevado a cabo en el proyecto, mi objetivo es que realmente haya significado algo para nuestros colaboradores, que les haya aportado valor, herramientas útiles y que noten un cambio positivo en su bienestar.
Además, hay otro reto muy importante, que las iniciativas que propongamos realmente conecten con ellos. Todos nuestros talleres son voluntarios, no obligatorios.
Es fundamental que lo que ofrecemos les resulte interesante y les haga querer participar. Por eso analizamos mucho el contenido, buscamos variedad y también tomamos nota de las sugerencias en los cuestionarios para adaptar el proyecto a lo que necesiten.
En definitiva, es importante que este proyecto no solo sea una buena idea, sino que sea un proyecto vivo, que evolucione con ellos, los motive y los acompañe en su día a día.