Cuando des “el estirón”

Saludos, camarada empresario/a. Ya estamos en Febrero el Corto, y seguramente ya vas a tope de faena (a no ser que tu negocio tenga una fuerte estacionalidad, y sea temporada baja ahora mismo).

Muchas veces te hablo de lo que sucede y las cosas que se pueden cuando se está buscando consolidar, o impulsar el negocio y llevarlo al tan famoso y manido “siguiente nivel”.

Este mes, sin embargo te hablaré de un tema interesante con el que me crucé especialmente en la segunda mitad del pasado año. 

Y es de la situación y circunstancias (y acciones que puedes hacer, y detalles a tener en cuenta) cuando, picando en el hoyo, consigues encontrar oro.

Es decir: cuando lo que haces, conecta y encaja con tu cliente, todo se vuelve fácil de pronto, el teléfono no deja de sonar y el correo electrónico se llena de pedidos.

Porque puede que ya hayas pasado por esta situación alguna vez. O puede que la estás viviendo ahora. Sabes de sobra de qué hablo.

Y si no es así, sigue trabajando enfocado/a, que te garantizo que ese momento llega.

La analogía con el desarrollo natural (en este caso humano), no deja de sorprender.

Seguro que hubo un verano (o un invierno, o primavera) en la que se aceleró tu desarrollo. Pegaste el estirón (yo aún estoy esperando el mío, a mis cuarenta y uno).

Pues sucede muy habitualmente que, ya sea gracias al uso de una estrategia, planificación y ejecución acertadas (o más raramente, fruto de trabajo duro e intuición), el crecimiento se dispara de forma exponencial.

Puede ser por haber hecho una campaña exitosa en redes sociales. Por volverse “viral” al vender un producto o servicio que, de pronto, un cambio en el comportamiento y las tendencias de tu mercado ha convertido en el objeto de deseo absoluto.

Como indico antes, en la mayoría de los casos hay razones estratégicas y de optimización del funcionamiento detrás de este suceso, aunque el ojo poco entrenado lo achaque a un “golpe de suerte”.

La cuestión es que esta (a priori) feliz circunstancia, puede darte más de un quebradero de cabeza, o meterte en serios problemas.

Del mismo modo que cuando diste el estirón la ropa te quedaba pequeña, te golpeabas la cabeza en alturas por donde antes pasabas perfectamente, o te pelabas las rodillas en el manillar de una bicicleta que de pronto se te había quedado chica, todo cambio brusco en tu empresa tiene que ser gestionado con diligencia y con delicadeza y habilidad.

Y te aseguro que va a ser incómodo, y que al principio te vas a sentir desubicado (y sucederán “cosas raras”), y está en tu mano prepararte para estos cambios mediante un buen Plan de Contingencia (lo que mitigará sus efectos negativos)

Los efectos inmediatos de este despegue meteórico son fáciles de enumerar:

  • Tu capacidad de producir o entregar tus productos o servicios se va a saturar, al crecer la demanda de forma abrupta.
  • Tendrás que decidir entre rechazar clientes o ampliar capacidades.

Rechazar clientes te va a sentar “regular”, como que estás perdiendo oportunidades, y querrás ampliar capacidades, con lo que lo primero que te vendrá a la mente es contratar personal.

Y contratar personal (puesto que no eres un/a especialista en gestión del talento) añade capas de complejidad a tu ya de por sí cargada agenda. 

Ah, y los costes…los costes se disparan, haciendo que todas esas jugosas nuevas ventas vengan asociadas a costes que a veces pueden hacer tambalear el estado financiero de tu empresa.

A la hora de ampliar equipo, existen otras opciones interesantes, además de contratar en plantilla (como contar con servicios especialistas externos, o autónomos). Además, es importantísimo decidir dónde ponemos el foco de dicha ampliación.

¿Ampliaremos el equipo de atención al cliente y gestión comercial? ¿o será la parte puramente productiva? ¿la logística? ¿y contar con alguien para que se ocupe de las labores administrativas?

Como ves, no hay una respuesta única, y depende de ti como empresario/a, del mercado al que sirvas, de tu modelo de negocio, de tu producto o servicio…

Por supuesto, lo ideal es gestionar tu empresa de forma que el crecimiento sea sostenible y predecible. Pero tú y yo vivimos en el mundo real, en el día a día, y sabemos que no todo es blanco o negro, y que tenemos que aprender a convivir en las gamas de grises.

Recomiendo (y suelo) trabajar con vistas a estar preparados para estos golpes de crecimiento, que son también desestabilizadores, y buscar crecer de forma mesurada y sostenible, para que no mueras de éxito y te vuelvas lo más inmune a los cambios externos bruscos en tu mercado.

En resumen, si no has dado el estirón aún, diseña un Plan de Contingencia sólido para prever qué harás cuando el momento llegue. En él puedes además estudiar de qué forma ampliarás las capacidades de tu empresa, y cómo se llevará a cabo la actividad.

Ánimo y adelante

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