Educar a un hijo o hija, no es una tarea fácil.

Ser padres no es una tarea fácil, implica mucha responsabilidad y los siete primeros años de vida, son cruciales para desarrollar una adolescencia y adultez en la que sentirse segur@s y confiad@s. La adolescencia es una edad que a los padres nos inquieta. Y, efectivamente, la adolescencia son unos años complicados. Los psicólogos siempre decimos que de 13 a 16 años es la etapa más difícil, más conflictiva, que, evidentemente, coincide con esa especie de despertar de la adolescencia.

Si tienes un hijo o hija adolescente, estarás viendo que se produce una auténtica revolución. Es decir, por una parte, las hormonas, que están que se sienten, los pobres, como muy desquiciados. Por otra parte, esa necesidad que tienen de reafirmarse, de decir: Oye, que ya tengo 14 años,
que ya soy mayor, que ya no me tienes que decir lo que tengo que hacer. Esa necesidad, además, por separarse y alejarse un poco de la familia, es como sentirse más mayores. También es verdad que la influencia que tienen los amigos en este momento es muy distinta, pero todo es mucho
más parafernalia de lo que es en realidad. De repente cambian, tienen unos cambios muy bruscos de humor, son muy ciclotímicos y de repente se ponen muy retadores. Lo primero: paciencia, lo segundo es que tú sabes que es un periodo que va a pasar, afortunadamente. Y necesitan:
mucha comprensión. Mucha comprensión con él o ella, porque él mismo o ella misma no se encuentra a gusto, no sabe muy bien dónde está, está buscando su sitio en el mundo, está intentando constantemente encontrarse. Entonces, ¿qué es lo que va a hacer? Comprometer, es decir, va a provocar muchísimas veces. Y lo importante que tiene que sentir es confianza, tranquilidad, que los padres no pierdan el control y se pongan a su altura. Ahí es un tema crucial, es decir, cuando vea que no entras en sus provocaciones, ahí vas a conseguir muchísima autoridad. Tú sabes que, aunque ahora mismo está diciendo como que no quiere nada contigo,
en el fondo te sigue necesitando y sigue necesitando mucho ese afecto y ese cariño. En estos momentos de gran inseguridad, necesita también tu aprobación, necesita sentir que tú sigues sintiéndote orgullosa u orgulloso de él o ella, que sigues pensando que es un chico o una chica
realmente listo o lista, que confías en ese punto que dices, qué sigue siendo tu hijo o hija, aunque este rarito o rarita.

Con lo cual, hay que tener mucha confianza, mucha comprensión, mucha paciencia, muchísimo cariño, no perder el control, no caer en su provocación, porque entonces
perderías toda la autoridad. Descúbrele o descúbrela , estate muy atenta o atento. Es decir, en estas edades empiezan a tener situaciones, vivencias muy diferentes. A veces, cuando nos queremos dar cuenta se nos han escapado un poco, se han metido en determinadas situaciones
complicadas. Mira muy bien qué hacen, con quién, qué síntomas tienen las cosas que más te puedan preocupar, intenta escuchar mucho, observar enormemente y acercarte solo en aquellos momentos en los que él o ella te lo va a permitir. Nunca los padres habían estado tan preocupados como ahora por la educación de sus hijos y nunca se habían sentido tan
perdidos. Hoy en día la gran asignatura pendiente, es enseñarnos a vivir.

Es decir, nos hubiera ido muy diferente… Yo soy psicóloga, y me ha servido muchísimo en la vida, y lo utilizo todos los días. Pero, ¿por qué tienes que ser psicóloga para que te resulte más sencillo? ¿Qué tal si hubiera una asignatura que se la pudiéramos enseñar a nuestros hijos
que es cómo conocerte mejor? ¿Cómo conocerte para aceptarte realmente cómo eres? ¿Cómo sacar lo mejor de ti mismo? ¿Pero cómo conocer a la gente que tienes alrededor? ¿Cómo vas a actuar cuando tienes una persona muy positiva o muy agresiva? ¿Cómo ser mucho más sociable?
¿Cómo aprender a escuchar? ¿Cómo aprender a razonar? ¿Cómo aprender a pensar? Es decir, ¿cómo desarrollar esa inteligencia emocional? En definitiva, sería cómo aprender a vivir. Si nos conociéramos más, sabríamos relacionarnos, sabríamos ser felices, que es el objetivo final
que todos buscaríamos, y seríamos menos manipulables, que es, en definitiva, el gran objetivo de la educación. Hagamos niños y niñas, adolescentes, jóvenes, adultos que sean auténticos y auténticas, que sean ellos y ellas, que no sean manipulables. Otra cosa que nos pasa a los
padres es que cometemos errores, además, prácticamente los mismos.
Cometemos errores comunes. Los principales en este momento. La sobreprotección. Les estamos sobreprotegiendo tanto… Estamos intentando que su vida sea tan sencilla que, al final, les estamos inutilizando e inhibiendo sus capacidades prácticamente. Si les proteges tanto, no les preparas para la vida, al final van a andar en esta especie de carrera que es la vida, van a andar con muletas, no van a poder saltar los obstáculos con los que se encuentren. Los niños y las niñas aprenden sus recursos practicándolos, viviendo sus situaciones, encontrando sus respuestas, solucionando los problemas que realmente tienen que tener.

Se trata de estar a su lado, pero no para ir por delante, simplemente quédate atrás por si acaso en un momento determinado ves que se caen. La sobreprotección, es un tema esencial en cualquier edad. Después, hay algo que es fundamental en la vida, que es ser padres. ¿Por qué a veces los adultos intentamos ser niños, intentamos actuar como colegas? Esta es una de las mayores barbaridades. Esa madre, ese padre, es lo que él busca. Y, además, busca tu directriz y busca tu ejemplo, busca en qué mirarse. Es un papel que jamás va a poder sustituir nadie, no seamos colegas entonces. Luego, a ver, ahora todos decimos: tenemos que hablar
mucho con los niños, por supuesto, tenemos que dialogar, tenemos que escuchar, tenemos que pensar que con el diálogo todo se soluciona, no. Esto es una gran mentira. Tú tienes un hijo o hija adolescente, que a veces te dirá: no me escuchas, escúchame, fíjate. Bueno, tú sabes que cuando un chico, una chica quiere conseguir algo y está en medio de una obsesión o de una rabieta, no escucha, no es el momento de dialogar. Es el momento de poner unas normas muy claras y no dejarte llevar por esa aparente bonanza en la que todos pensamos, bueno, las cosas hablando…, cuando el otro realmente escucha. A ver, todos los niños necesitan pautas, normas, límites, es un error no ponérsela, como es un error pensar que bueno, que esto no es para tanto, y ceder para evitar males mayores.

Tampoco hagamos que los hijos e hijas que se portan bien asuman consecuencias de sus hermanos o hermanas. No sacrifiquemos a unos porque casi siempre sacrificas al que mejor se
porta, en función del otro que es el que tiene mayores dificultades, lo cual es una gran injusticia. Pero hay un tema fundamental que nos preocupa mucho, y es, por favor, enseñémosles a pensar, enseñémosles a razonar.

Favorezcamos una vida en la que ellos y ellas intenten ser generosos y generosas.. La mayoría de los niños y niñas de hoy les educan en el consumismo, y si les damos todo a cambio de nada, empiezan por no dar valor a las cosas y terminan por no dar valor a las personas. Esto es un
gran drama. En definitiva, no seamos colegas, no les sobreprotejamos, no cedamos a veces para evitar males mayores. Pongamos una serie de pautas, de normas, de límites claramente establecidas, actuemos en función de cómo es cada niño o niña y con esa singularidad unifiquemos criterios entre los padres. Este es un tema siempre esencial. Tratémosles
de acuerdo a la edad que tienen y a la singularidad que ellos puedan transmitirte y démosles siempre confianza, confianza en ellos y ellas pero confianza en nosotros. Diálogo sí y también pautas y unos límites que hay que cumplir.

Otro requisito imprescindible, la frustración, que además puede ser beneficiosa o puede ayudarles a desarrollarse, es positiva. Primer error que cometemos , la sobreprotección. Qué haces cuando sobreproteges a un niño o niña, le estás quitando las posibilidades de que experimente, le
estás quitando las posibilidades de que se frustre. Un niño, una niña se tiene que frustrar para poder aprender, para elaborar recursos. Esto es uno de los grandes dramas que tenemos ahora mismo. En este momento en los centros de psicología, el periodo que más viene de gente son
jóvenes, jóvenes de dieciocho a treinta años. Hace veinte años, los jóvenes no te venían nunca a un centro de psicología, te los traían los padres cuando estaban muy desesperados, pero no ellos por mutuos propios. ¿Ahora por qué vienen? Porque no tienen recursos ante la vida, es decir, no han podido elaborar, realmente, no se han podido frustrar, no les hemos dado esa oportunidad. Es decir, ¿la frustración qué es? Imagínate un bebé, un bebé quiere empezar a caminar, ¿qué es lo que hace? Intenta levantarse, se cae. Si en ese momento se frustran, si tú al niño coges y
dices: «Ay, pobrecito, pobrecita. Dios mío, por Dios y tal, ¿qué va a hacer? ¿Se va a quedar tres meses quieto hasta que sea capaz de sostenerse antes de empezar a andar? ¿Se va a perder todos esos aprendizajes? Es decir, la frustración, en realidad, es el camino del conocimiento, y esa es la llave de la inteligencia. Claro que te tienes que frustrar, porque si no, no vas a vivir, porque tienes que experimentar, porque tienes que darte cuenta cuándo aciertas y cuándo te equivocas, y tienes que aprender, precisamente, de esos errores. Los niños y niñas que no se frustran no
aprenden en la vida. En la vida van a tener circunstancias difíciles, momentos en los que no les vamos a ayudar, hechos en los que se encuentran realmente muy solos o solas. Como no hayan elaborado esos recursos, lo van a tener muy difícil .

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