El hábito que te ayuda a fortalecer el arte de las decisiones

Si la intención es fortalecer el arte de las decisiones, se requiere aprender cosas nuevas. Eso no pasa solo por leer libros, asistir a clases, distintas formaciones o tomar notas de manera desesperada, porque la experiencia demuestra que, pasado un tiempo, la información se evapora como por arte de magia. 

Lo que requieres es vivir experiencias de aprendizaje, recordarlas y trabajarlas para que se conviertan en excelentes criterios. Pues bien, existe una alternativa sencilla, de tan solo treinta segundos, que te apoya a conseguirlo: después de cada reunión, clase o toda experiencia interesante, debes anotar brevemente tus conclusiones. No se trata de recoger los principales puntos tratados ni un resumen de lo vivido, es escribir reflexiones y en caliente, sin esperar a llegar a casa. El motivo de hacerlo es que funcionamos con dos tipos de memorias. La memoria de trabajo y la del largo plazo. 

La memoria de trabajo es la que se activa conscientemente cuando hacemos algo. Está ubicada en la corteza prefrontal y es capaz de contener cuatro fragmentos de información al mismo tiempo (antes se pensaba que eran siete, sin embargo, parece que no somos tan habilidosos). Solo una parte de lo que entra en nuestra memoria de trabajo somos capaces de llevarla a la del largo plazo, que almacena recuerdos e informaciones durante años. Pues bien, lo que ayuda a que una información permanezca en el tiempo es trabajarla de manera consciente, seleccionando lo esencial y repasando las conclusiones de vez en cuando. Dichas conclusiones son piezas de información o ¨chunks¨, como se dice en inglés técnicamente en el campo de la neurociencia y que actúan como ingredientes para elaborar excelentes decisiones futuras. 

El ejemplo está, en aquellas personas que hablan más de dos idiomas. Van creando la práctica de que cuando hace la inmersión en un nuevo idioma, tienen una libreta en la que anota solo y exclusivamente las palabras que cree que son esenciales. Cuando la persona quiere continuar fortaleciendo el conocimiento, no se despega de ella durante su proceso de aprendizaje y diariamente, la repasa. Esto le ayuda a descartar, a focalizarse en las piezas de información clave y a conseguir hablar idiomas tan dispares como el inglés, el chino o el ruso.

Otra manera sencilla es que cada vez que terminas una reunión incluyes en la conversación con una pregunta: ¿qué has aprendido hoy de este encuentro? Cuando tienes asistentes en la reunión o clase, reflexionan sobre lo conversado, además, anotarlo en un pequeño cuaderno. Lo puedes practicar contigo cada día. También es algo que puedes hacer en la educación de tus hijos es preguntar diariamente qué han aprendido, y, de paso, qué agradecen de lo vivido. Esto les ayudará a entrenar la mente, a relativizar los errores y a comprender que todo puede ser una oportunidad para aprender y fortalecer actitudes excelentes.

En definitiva, el hábito de los 30 segundos no consiste en tomar notas y notas, sino en pensar qué es lo nuclear de las experiencias vividas, apuntarlas y repasarlas. Es preferible hacerlo siempre en un mismo soporte, sea un cuaderno o en alguna aplicación del móvil, tablet o ipad. Lo que prefieras. Se ha de hacer “en caliente” y consultarlo en el tiempo. Si lo practicas con regularidad, se conseguirá que la mente tenga a mano las piezas de aprendizaje de experiencias pasadas para tomar excelentes decisiones.

Comparte esta noticia:

NOTICIAS RELACIONADAS