Evitar sorpresas indeseadas

Estas semanas, los abogados de toda España han mostrado su malestar por las bajas pensiones -entre 400 y 500 euros- que recibirán después de años cotizando a la Mutualidad de la Abogacía. Son muchos los abogados por cuenta propia afectados que constatan que su jubilación pinta mal: solo en Sevilla hay unos 500. 

Esta queja de los abogados nos hace reflexionar sobre el futuro que nos espera tras nuestro retiro profesional. La reciente reforma del Reta —el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos— aumenta las cuotas de muchos profesionales a cambio de unas pensiones algo más holgadas. Ahora bien, es una reforma a futuro que no cambia las cotizaciones pasadas. Con los datos de la Seguridad Social, en agosto de 2023 la pensión media de un asalariado es de 1.307 euros y la de un autónomo, de 823.

Cada uno debe echar sus cuentas y plantearse el tipo de jubilación a la que aspira, aunque debemos tener presente que el salto de los ingresos en activo a los de pasivo puede suponer una sorpresa indeseada. El profesional por cuenta propia está acostumbrado a la incertidumbre, pues sus ingresos son volátiles, lo que obliga a desarrollar estrategias para compensar los vaivenes. Ahora bien, estas salvaguardas no suelen ser frecuentes en las finanzas personales, especialmente las de medio y largo plazo.

Es comprensible, pues el día a día nos impide reflexionar sobre cosas que pasarán dentro de algunos años. Pero renunciar a planificar nuestro futuro tiene un elevado coste, como podría pensar algún autónomo veterano que invirtió todo su esfuerzo en sacar adelante su negocio descuidando su propio futuro y el de sus seres cercanos.

En realidad, se trata de dedicar el tiempo suficiente a planificar nuestras finanzas. Para empezar, es bueno diversificar los ingresos, generando alternativas a las pensiones que nos hemos ganado con las cotizaciones. Segundo, nunca es tarde, pues se pueden buscar alternativas que se adapten a nuestras necesidades. Y, tercero, no hay que agobiarse pensando que ni tenemos tiempo ni conocimientos.

La obligación de un autónomo es ser bueno en su oficio para fidelizar a su clientela. No se le puede pedir, también, que sea experto en finanzas. ¡Ni falta que hace! Como profesional, valora a otros profesionales que le ayuden en sus necesidades; acude a gestores para la contabilidad, por lo que tiene sentido que recurra a asesores para sus finanzas. Profesionales, como él, que les ayuden a fijar estrategias acordes a sus necesidades para protegerse de la incertidumbre y aspirar a una jubilación tranquila. Un asesor que les orientará en los momentos buenos y malos, con el fin de preservar su capital e intentar potenciar sus rentabilidades. Y de esta forma, conseguir el retiro que todos deseamos.

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