Maratón de Nueva York: una lección de vida

Hace unos meses, varios compañeros de profesión decidimos embarcarnos en una aventura que nunca olvidaremos: correr una maratón. Nada más y nada menos que la de Nueva York. Varios de nosotros llegábamos sin experiencia en retos de esta índole, más allá de salir de vez en cuando a correr media hora. 

Al principio, uno se tira a la piscina algo a lo loco. Pero al poco tiempo te das cuenta de que necesitas un plan. Esta es la primera regla: planificar al detalle los entrenamientos. 

También es importante, como ocurre en nuestra actividad como emprendedores del asesoramiento financiero, ponerte en manos de un profesional que te acompañe. En mi caso fueron Pedro y Dani. Uno puede hacerlo solo, pero si es posible, mucho mejor con una persona que tenga el conocimiento necesario. Lo que queda por delante es un camino duro, que te cambiará a mejor tu forma de vivir. 

Sin duda, es una enseñanza de vida a todos los niveles. Te permite conocerte a ti mismo y descubrir cosas que ni sabías. Una experiencia de vida que te ayuda a aplicar aprendizajes en otras facetas de tu vida personal y profesional: esfuerzo, dedicación, metodología, disciplina…

El apoyo de la familia, como en nuestra actividad profesional, también es fundamental. Ellos también hacen sacrificios. Y se esfuerzan por adaptarse a tu “nuevo estilo de vida”. Sin ellos no sería posible.

Hacerlo con amigos y gente a la que aprecio y quiero le da un plus importante a los tantos momentos de soledad que también tiene esta disciplina deportiva. Además, compañeros de viaje con mucha más experiencia en esta disciplina se vuelcan para ayudarnos a superar nuestros miedos. De esto se encargaron Javi Ponte y Dani García. Se crea un ambiente de reto de equipo, donde, aunque no es una carrera de relevos, todos queremos que el compañero llegue a la meta. Y ahora todos formamos una nueva familia. 

Prepararte y correr una maratón. No solo es algo deportivo, también te curte como persona. Te hace conocerte a ti mismo en la soledad de los kilómetros y descubrir hasta dónde eres capaz de llegar. Todo ello te aporta disciplina y fortaleza mental. 

Y, por supuesto, esa satisfacción de cruzar la línea de meta. Es algo comparable a los momentos más intensos y felices de la vida. Te sientes que eres capaz de todo. Y es así. Como dice el mítico atleta Eliud Kipchoge: “Alguien que termina un maratón es capaz de lograr cualquier cosa en la vida”.

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