¿Soy responsable de mi bienestar?

La responsabilidad afectiva consiste en cuidarte, protegerte y respetarte a ti mismo y también a las personas con las que tengas una relación. Es importante cultivarla en cualquier tipo de relación o vínculo que tengamos (familia, amigos, jefes, hijos, compañeros, pareja…) ya que, en cualquier relación, es importante respetarnos a nosotros mismos y asumir la responsabilidad de nuestros pensamientos, sentimientos, actos o decisiones, al igual que debemos hacerlo con los demás. Es importante conectar con la empatía y ponernos en el lugar del otro.
¿Cómo consideras que tratas a los demás? ¿Los tratas como te gustaría que te tratasen a ti? ¿Sueles exigir o poner expectativas sobre cómo deberían o no comportarse contigo?
¿Cómo te tratas a ti? ¿sueles hacerte responsable de tus emociones? ¿sueles hablar de lo que sientes y necesitas o esperas a que sean los demás los que lo interpreten o lo descubran?
Es muy importante entender que las relaciones van más allá de uno mismo, debemos tener muy presente qué es lo que estamos sintiendo y necesitando para responsabilizarnos de ello y ver de qué manera podemos resolver nuestra necesidad.
Es muy importante que puedas comenzar a tomar conciencia de qué sientes y qué necesitas porque seguramente que podrás darte cuenta de que hay emociones que están apareciendo porque no estás haciéndote cargo de ti. Esto es necesario reflexionarlo para evitar darle esa responsabilidad a los demás. Hay cosas que solamente dependen de ti, por lo que no debemos culpabilizar a los demás y con ello eludir nuestra responsabilidad, adoptando el papel de víctima.
¿Qué te impide ser responsable afectivamente contigo mismo?

1. Priorizar las necesidades de los demás antes que las tuyas. Hay personas que se rompen para salvar a otros, esto no sería ser responsable afectivo contigo, ni con los demás. Esto es crear un mal hacia tu persona. Atender a las necesidades de los demás nunca debe significar renunciar a tu autocuidado o descuidarte. Es muy importante encontrar el equilibrio para cuidar a los demás sin desprotegernos a nosotros mismos.
2. Culpabilizar a los demás por cómo nos sentimos. «Por tu culpa me estoy sintiendo así «Haces que constantemente me enfade y me sienta mal por todo lo que hago», «¡Con todo lo que yo he hecho por ti y así́ me lo pagas!», «¡Qué decepcionada estoy, esperaba otra reacción por tu parte.» La otra persona no tiene la culpa de que tú hayas generado tantas expectativas y que no pueda llegar a lo que tú esperas. Los demás son libres de elegir lo que les apetece, quieren y necesitan hacer. Esto nos puede gustar más o nos puede gustar me nos, pero la realidad es que cuando generamos expectativas sobre cómo deberían ser, cómo se deberían comportar o qué deberían hacer, es tamos generando un concepto que tiene que ver más con nuestra percepción y con nuestra realidad que con la suya. La otra persona está en su derecho de no responder como esperamos de ella porque es libre, tiene derecho a elegir y decidir qué quiere hacer para sí misma. Los demás no están en esta vida para ser como nosotros que remos que sean.
3. No pedir ayuda ni hablar de lo que necesitas. «Ya deberían saber que esto no me gusta», «me están viendo agobiada y ni me preguntan si necesito ayuda o algo»… Cuando usamos este tipo de expresiones o comenzamos a pensar en esto, estamos poniendo fuera la responsabilidad de cubrir nuestra necesidad. Estas dando por hecho que otra persona sabe lo que tú necesitas y que no te lo da, y esto no tiene por qué ser así. Si no hemos verbalizado exactamente lo que queremos o necesitamos, la otra persona no tiene por qué saberlo. Esperar que los demás adivinen lo que nos ocurre o lo que necesitamos nos hace dependientes de los demás, y esto es muy poco saludable para nosotros. Pedir ayuda es algo que tiene que salir de ti, los demás no pueden adivinarte.
4. Suponer y no preguntar.
Cuando suponemos, elaboramos una anticipación sobre algo que está basado en nuestro miedo. Ese mismo miedo al rechazo, a no agradar, a no estar a la altura, a no saber o no controlar… hace que, en muchas ocasiones, estemos más pendientes de la otra persona que de cubrir nuestra necesidad. Hacernos responsables de nosotros mismos también significa hacer todo lo posible por no irnos a dormir con dudas que nosotros, en primera persona, podemos resolver. Si tienes la necesidad de saber qué es lo que te ha querido decir exactamente tu jefe, la persona que te gusta o tu amigo, más que darle rienda suelta a tu fantasía anticipatoria y suponer, necesitas preguntar.

¿Qué necesitas para ser responsable con los demás?
1.Valida emocionalmente: Si tu pareja, tu hijo, tu amigo, familiar, jefe, compañero… están sincerándose contigo, te están hablando de cómo se están sintiendo evita invalidarles emocionalmente. ¿Qué significa invalidar emocionalmente a alguien? Castigarlo por lo que te ha dicho, juzgarlo, ignorarlo, criticarlo, no escucharlo, decirle lo que debería o no debería de estar sintiendo… En vez de hacer esto, trata de ponerte en su lugar, empatiza con él o con ella. Evita tomártelo como algo personal. Cuando alguien nos comparte su sentir, lo que ellos sienten no tienen que ver con nosotros, tiene que ver con lo que ellos sienten.
2. Fomenta la comunicación: Para construir relaciones sanas necesitamos comunicación. A veces, por el miedo a generar un conflicto evitamos expresar lo que necesitamos y comunicarnos con nuestras parejas o con cualquier otra persona con la que tengamos un cierto vínculo. Ante los conflictos, debemos hacer frente, no con violencia verbal, todo lo contrario, con empatía y teniendo en cuenta que, cualquier relación sana crece a base de conversaciones que, a veces, son incómodas.
3. Establece límites: Los límites son los que nos ayudan a trazar una línea entre lo que permitimos y lo que no. Decir no, rechazar planes o propuestas de forma asertiva es necesario para tener relaciones sanas donde somos responsables afectivamente.
4. Tienes derecho a decir No.
Cada vez que respondas con un Sí,  pero en tu interior la respuesta es No, te estas traicionando, estás negando lo que tu naturaleza te dice que hagas, estás reprimiendo lo que realmente necesitas, estás obviando tu sabiduría interna, te estás faltando el respeto.
Antepones las necesidades de los demás y estás haciéndote daño.








Comparte esta noticia:

NOTICIAS RELACIONADAS