Actividades extraescolares, ¿sí o no?

Con el comienzo del nuevo curso llegan las actividades extraescolares. En muchas ocasiones, es la jornada laboral de l@s progenitores la que decide si l@s niñ@s asisten a actividades extraescolares, el tiempo que pasan en las mismas e incluso el lugar donde las realizan ya que algunos padres y madres necesitan mantener a sus hij@s ocupad@s después de la escuela, hasta que ellos acaben de trabajar y puedan cuidarlos. Pero, ¿todas las actividades extraescolares son apropiadas para tod@s l@s niñ@s?.

No hay una respuesta correcta ya que cualquier actividad extraescolar va a tener puntos a favor y en contra. 

A favor: son actividades educativas y enriquecedoras para el desarrollo de l@s más pequeñ@s, siempre que les dejen tiempo para el descanso y el juego. 

En contra: en ocasiones prima más el deseo de l@s progenitores que el del propio niño o niña en realizar tal o cual actividad así como el exceso de exigencia en el rendimiento que puede llegar a estresarle.

Como norma general señalar que hasta los 6 años la necesidad principal de l@s niñ@s es jugar libremente a diario un mínimo de dos horas por lo que acudir al parque sería la mejor actividad extraescolar. En caso de no ser posible deberían desarrollar actividades que no exijan normas siendo aconsejable que hagan dibujo, pintura o algún inicio al deporte. También es muy recomendable que se inicien en la música. 

A partir de los seis años es importante que los niños den su opinión sobre las actividades que les gustaría practicar y, aunque l@s progenitores pueden orientar basándose en la edad, gustos, carácter y habilidades de su hij@, nunca deben escoger o imponer una actividad. De esta forma estarán motivados y se divertirán ya que si la actividad se convierte en una obligación puede ser contraproducente y generar estrés en el niño o la niña. 

Si tenéis dudas sobre qué actividad elegir podéis proponerle que asista a una clase de prueba para ver realmente cuál le gusta. Una vez establecido el horario de actividades es recomendable que el niño o la niña entienda que el horario hay que respetarlo y comprenda que no puede saltarse las clases por capricho. De esta manera le enseñamos la importancia de terminar lo que empieza. También es importante que l@s progenitores se interesen y hagan un seguimiento de las actividades para saber cómo evolucionan en las mismas, pero sin caer en la exigencia. De esta manera podréis detectar si se sienten estresad@s, desmotivad@s o cansad@s, o si estas actividades están afectando a su rendimiento escolar.

Algo importante a tener en cuenta es que las actividades extraescolares tienen que adaptarse a los gustos y características de l@s niñ@s por lo que si tu hij@ tiene problemas para relacionarse anímale a que practique actividades de grupo (baloncesto, fútbol, rugby, voleibol…). De igual manera, si es nervios@ le vendrá bien una actividad que le obligue a controlarse (judo, natación, ajedrez, etc) y si prefiere actividades más solitarias puedes animarle a tocar algún instrumento musical o a practicar patinaje o pintura.  

En el caso de que observes que al cabo de unos meses tu hij@ no duerme bien, se muestra cansad@, tiene dolores de cabeza, está tan excitad@ que no es capaz de estar sentad@ un rato, tiene falta de apetito o pone excusas para no acudir a la actividad, debes plantearte si tu hij@ tiene un exceso de actividades extraescolares. En este caso, no insistas en que siga con la actividad y ajusta la frecuencia de las clases a lo que sea más conveniente para tu hij@ teniendo en cuenta que l@s niñ@s necesita también tiempo para descansar y, sobre todo, para jugar.

Por último, resaltar que otra opción igual de válida es que tu hij@ no asista a actividades extraescolares y esto no significa que esté perdiendo el tiempo ni la oportunidad de prepararse para el futuro sino todo lo contrario ya que tu hij@, al igual que el resto de niñ@s, tiene el derecho de decidir en qué van a emplear su tiempo libre.

Suicidio en adolescentes: Lo que deben saber l@s progenitores

El suicidio es la tercera causa de muerte en el grupo de edad de entre los 15 a los 29 años, superado sólo por las causas externas de mortalidad y los tumores, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y ocurre más cerca de lo que podemos pensar. Por eso es importante contribuir a su visibilización como un auténtico problema de Salud Pública que causa cerca de 4.000 muertes al año en nuestro país (3 veces más que los fallecimientos por accidentes de tráfico y 70 veces más que las muertes por violencia de género) y que provoca un drama y daño en el entorno donde se producen imposible de describir.

Así, resaltar que el suicidio es un fenómeno que afecta e impacta de manera trágica a las familias, a los entornos cercanos a las víctimas y a las comunidades. Se estima que por cada persona que decide quitarse la vida entre 6 y 8 personas de su entorno cercano, pueden quedar dramáticamente marcadas para el resto de su vida, y que por cada muerte por suicidio que se produce, se estima que se han producido 20 intentos que definitivamente no se consuman.

La falta de autocontrol y la inestabilidad emocional propia de la adolescencia suponen de por sí un factor de riesgo de la conducta suicida, a los que se suman otros como sufrir acoso escolar, últimamente desplazado por nuevas vertientes como el bullying electrónico o el sexting; la desesperanza, la soledad, la baja autoestima, situaciones de estrés académico, la presencia de trastornos psicológicos, variables concretas de personalidad o vivir en el seno de familias desestructuradas.  

Durante la adolescencia los intentos de suicidio son muy elevados y a menudo responden a una reacción impulsiva. No tienen intención de morir, sino que lo que buscan es dejar de sufrir por eso es importante que se sientan acompañad@s para que ese dolor no les sobrepase. 

Las mujeres suelen pensar más en quitarse la vida y triplican los intentos respecto a los hombres, pero son ellos los que lo logran más por el método empleado, que suele ser más letal. El reto que plantea la desesperación del suicidio es encontrar otras maneras de resolver esos sentimientos que generan tanta angustia.

Mitos y creencias sobre el suicidio (Injuve)

1. Una vez que una persona ha tenido una tentativa de suicido siempre será un suicida

El riesgo de suicidio elevado suele ser específico situacionalmente y de corta duración. Si bien los pensamientos suicidas pueden volver a presentarse, no son permanentes, ni crónicos, ni inamovibles, sino que una persona que ha sufrido previamente pensamientos suicidas o intentos puede tener una vida sana y plena de bienestar.

2. Hablar sobre suicidio es una mala idea ya que puede desencadenar más suicidios

Hablar sobre el suicidio de forma abierta y sincera puede ofrecer a la persona la posibilidad de considerar otras opciones o el tiempo para repensar su decisión.

3. Sólo las personas con trastornos mentales manifiestan conductas suicidas o todas las personas que se suicidan están deprimidas.

A pesar de que las conductas suicidas son indicativas de una profunda infelicidad y malestar psicológico, no necesariamente pueden estar indicando un trastorno mental.

4. La mayoría de suicidios suceden de forma repentina y brusca sin ningún tipo de aviso o advertencia previa.

La mayoría de suicidios realizados han sido precedidos por señales de aviso, bien verbales o comportamentales. Sin embargo, también es cierto, que un pequeño porcentaje de suicidios ocurren sin aviso.

5. La persona que se suicida quiere morir o está determinada a morir.

Las personas con conductas suicidas son con frecuencia ambivalentes en cuanto a la vida y la muerte. De hecho, con frecuencia se da una auténtica batalla interna en términos de razones para vivir y morir. La persona que se suicida quiere dejar de sufrir, lo cual es muy diferente a desear morir. Necesita ayuda para ver otras alternativas a la solución o, al menos, la disminución de esos problemas.

6. Quien amenaza con suicidarse nunca se suicida.

Las personas que hablan sobre suicidio pueden estar alzando la voz para pedir ayuda y apoyo.

¿Cuáles son las señales de advertencia de que un@ adolescente puede ser suicida?

  • Hablar o escribir sobre el suicidio
  • Aislarse y evitar el contacto social
  • Tener cambios de humor
  • Aumentar el consumo de drogas ilícitas o bebidas alcohólicas
  • Sentirse atrapad@, sin esperanzas o sin remedio a causa de alguna situación
  • Cambiar la rutina normal, incluidos los hábitos de alimentación y sueño
  • Actuar de manera arriesgada o autodestructiva
  • Regalar pertenencias cuando no hay otra explicación lógica de por qué se está haciendo esto
  • Tener cambios en la personalidad o ponerse extremadamente ansioso o inquieto  

Y recuerda, si sospechas que tu hij@ adolescente podría estar pensando en el suicidio, habla con él o ella inmediatamente y no menosprecies sus problemas. No tengas miedo de usar la palabra “suicidio” ya que hablar del suicidio no le dará ideas para hacerlo.  Recuérdale que puede superar lo que sea que le esté sucediendo y que tú estás ahí para ayudarle y sobre todo busca ayuda de inmediato. L@s adolescentes que tienen sentimientos suicidas generalmente necesitan ver a un psiquiatra o un psicólogo con experiencia en el diagnóstico y tratamiento de niñ@s con problemas de salud mental. 

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