Cómo puede afectar las redes sociales en la autoestima

Aún así, diversos estudios han demostrado que el uso de redes sociales facilita la comparación con otras personas, contribuyendo a la percepción negativa de uno mismo y a la baja autoestima.
Si le damos importancia a todo lo que ocurre en las redes, podemos llegar a obsesionarnos y/o comparar nuestras cuentas con otras que nos generen envidia e insatisfacción personal.

Las redes sociales y los influencers, dictaminan aquello que es bueno y aceptado por la sociedad, creando un concepto de belleza, éxito, reconocimiento, etc, perdiendo la identidad individual y
creando copias, es fácil de observar en nuestro día a día, en los cortes de pelo, en la ropa, en los retoques faciales, son algunos ejemplos. Se pierde el criterio propio y lo genuino.

Las redes sociales siempre destacan un mercado estereotipo de belleza, el cual promueve productos que ayudan al cuidado y a embellecer, haciendo hincapié en las consumidoras femeninas.

Aunque este hecho no solo pasa con las consumidoras femeninas, sino que también se evidenció en los consumidores masculinos, los hombres también reaccionaron ante publicaciones de cuerpos
musculosos y esbeltos, llevándolos a visualizarse con un cuerpo al que vieron por redes sociales.
La diferencia entre los consumidores femeninos y masculinos, es que la mujer al estar en contacto con ciertas imágenes en las redes sociales se visualizan, la necesidad de mejorar su imagen y un
deterioro en la autoestima. Esta baja autoestima, si se combina con problemas alimenticios, le harán desear cambiar su imagen, modificando su silueta, algunas veces optando por hábitos poco
saludables como las purgas.

Las redes sociales no siempre muestran lo que es, todo puede ser en apariencia. La utilización de las nuevas tecnologías, parece, idealizar un patrón de mujer y hombre perfectos. Una vida perfecta, creada en un perfil social. Nuevas formas de comunicación y su impacto en la autoestima.

El uso de las Tics es cada vez más acusado permitiéndonos conectar con personas alrededor de todo el mundo. Nos encontramos en la era de mayor comunicación digital, pero el
desarrollo de lazos afectivos se ha vuelto cada vez más difícil. La frialdad de las pantallas y la efimeridad de las relaciones personales va ligada a una dificultad, y a veces a una falta de interés, para conectar de forma genuina con un otro.

Poco a poco se produce un deterioro de las habilidades sociales, como es el caso de la empatía y la responsabilidad afectiva. Prácticas muy habituales como el llamado ghosting, desparecer sin decir nada. Las carencias en la comunicación virtual (ausencia de lenguaje no verbal, falta de contacto físico, asincronía de los mensajes enviados y recibidos…) generan fácilmente conflictos
y malentendidos, así como la dificultad de gestionar situaciones que cara a cara serían más fáciles de abordar.

Dependiendo de cómo se utilicen, las redes pueden generar una gran sensación de control o falta de control en las relaciones con los demás. En relación con esto, constantemente surgen nuevas dinámicas de abuso y manipulación que cada vez son más extendidas como el ciberbullying o el cibermoobing, u otras más específicas como el catfishing, el ghosting, el zombieing y el orbiting.
Ser víctima de este tipo de fenómenos genera un alto impacto emocional negativo asociado a sentimientos de abandono y rechazo, ansiedad, depresión y baja autoestima.

Las redes sociales son positivas si hacemos una selección de la información que consumimos. Pregúntate para que sigues una cuenta en concreto, con qué objetivo, que aporta en tu vida el
contenido que consumes y cómo te hace sentir. Debemos sentirnos responsables de nuestro bienestar y el autocuidado, forma parte de la autoestima.

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